sábado, 14 de agosto de 2010

Un nuevo apartheid

El pasado 29 de Julio entró en vigencia la Ley anti-inmigrante de Arizona, SB1070, en medio de protestas y represión en las principales ciudades de los Estados Unidos. La misma ha sido aprobada con algunas modificaciones, gracias al fallo de la jueza Federal de Phoenix, Susan Bolton.
En su dictamen la jueza Bolton ordenó el bloqueo de tres aspectos claves de la Ley: la obligación de la policía de comprobar el estatus migratorio de una persona detenida por otras razones; la obligación de los inmigrantes de portar consigo los documentos que demuestran que están legales en el país y que se considere delito que soliciten empleo en lugares públicos. Este Dictamen ya fue apelado por la gobernadora de Arizona, Jan Brewer proponente de tan infausta Ley. Vale acotar que la demanda interpuesta por la administración Obama ante la jueza Bolton, no fue por iniciativa propia, sino producto de las presiones ejercidas por las diversas organizaciones latinas que luchan por la aprobación de una reforma de la Ley de Inmigración en los Estados Unidos
Esta ley reaccionaria sataniza y penaliza a las personas extranjeras, en especial aquellas procedentes de países Latinoamericanos. La misma faculta a la policía del Estado de Arizona a “parar o arrestar” a toda persona, basado en su perfil racial, a fin de verificar la documentación migratoria que lo acrediten como residente legal en los Estrados Unidos. Con la aprobación de Leyes como la SB1070, se está institucionalizando un sistema de discriminación racial similar al odioso apartheid en Sudáfrica, o a la que sufrieron los judíos en la Alemania de Hitler. A este exabrupto jurídico, habría que agregarle un nuevo proyecto de Ley anti-inmigrante como el presentado por el senador estatal de Arizona, Russell Pearce, el cual contempla negarles la nacionalidad estadounidense a los hijos de los inmigrantes indocumentados nacidos en los Estados Unidos. Desafortunadamente, muchos otros Estados del país del norte, están en vías de aprobar Leyes anti-inmigrante similares a la nefasta SB1070.
Aunque la administración Obama prometió aprobar una Reforma Inmigratoria integral en su primer año de gobierno, la misma se ha transformado en una más de las muchas promesas electorales incumplidas. Pero peor aún, esta administración, al margen de una falsa retórica solidaria para con los inmigrantes indocumentados, ha profundizado las acciones criminales impulsadas por el gobierno del inefable George W. Bush. Bajo esta administración el número de redadas y deportaciones masivas se ha incrementado, la separación de familias ha continuado, y el secuestro de los hijos de las familias deportadas ha aumentado. Lamentablemente esta perniciosa política de la Casa Blanca ha contado con el apoyo de los partidos políticos mayoritarios (Demócrata, y Republicano), de organizaciones extremistas de derecha (Tea party, Concerned Citizens of the United States), de medios de comunicación (Fox), quienes han proyectado una falaz asociación entre la inmigración ilegal con el terrorismo y la violencia criminal de los carteles de la droga de México. A través del factor miedo han logrado establecer en vastos sectores de la sociedad norteamericana una opinión anti-inmigrante, en especial contra aquellos procedentes de países Latinoamericanos.
Estos indocumentados, estigmatizados por muchos, constituyen el nuevo ejercito de esclavos laborales que satisfacen las necesidades del modelo capitalista norteamericano. Millones de ellos viven en las sombras sin contar con la protección de ninguna Ley Estatal o Federal y sufren las consecuencias de abusos laborales, carencia de servicios médicos, y exposición a peligrosos pesticidas. Viven las consecuencias de un sistema explotador, ineficiente, destructivo, irracional e injusto.
Mientras el gobierno de Obama sigue sumido en un inmovilismo político en relación al problema migratorio, las agencias Estatales y Federales continúan llevando a cabo razias basadas en perfiles étnicos en contra de los inmigrantes. Con desconcierto y frustración vemos como muchos de quienes criticaron las atrocidades cometidas contra los inmigrantes en el pasado, hoy las toleran o inclusive las defienden.

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