domingo, 15 de agosto de 2010

historia de imigracion Colombianos y peruanos trabajan duro en Cuenca

“El dólar nos atrae, acá hay más trabajo”, dice María Aneth, quien dejó su abacería en Tarapoto, al oriente de Perú, para barrer calles y recoger basura en Cuenca. Lleva seis meses en la ciudad y llegó por sugerencias de sus amigos. “Vayan a Cuenca, allá hay trabajo”, cuenta que son los comentarios más comunes que se escucha en su país.
La situación económica la obligó a salir de allá sin pensarlo dos veces y, sin ninguna dificultad, ingresó al Ecuador.
Clodomiro Cahuajulja, de Cajamarca-Perú, también decidió radicarse en la ciudad, con la diferencia de que trajo a su familia y logró instalar un puesto de venta de morocho para su esposa en la Feria Libre. Un permiso temporal de migración les ha ayudado a que puedan trabajar y en su caso es un obrero de una obra municipal en donde gana 14 dólares diarios. “Aquí se puede tener cualquier negocio y nadie molesta, allá no es lo mismo”, manifiesta.
Discriminación
Pero no todo es bueno para ellos, porque tienen que aguantar la discriminación por ser peruanos. “Por uno que actúe mal piensan que todos venimos a robar, nosotros solo queremos trabajar”, afirma.
En el Ministerio de Relaciones Exteriores, subsecretaría de Cuenca, 985 peruanos han regularizado su situación en el Azuay, en lo que va del año. Una cantidad menor, unos 200, trabajan con permiso temporal, que deben actualizarlo cada dos meses.
Ana Lucía Serrano, titular de la subsecretaría del Ministerio de Relaciones Exteriores, indica que los peruanos vienen a copar plazas de trabajo vacías que dejaron nuestros compatriotas que deciden emigrar. Y cree que la sociedad discrimina demasiado a estas personas, sobre todo a los colombianos.
Colombianos
En Cuenca no existe un reporte del número de colombianos. En la Jefatura de Migración se tiene datos que unos 385 colombianos viven en la ciudad, pero son quienes han obtenido una visa previa. El resto están bajo modalidad de refugiados, cuya cifra se maneja en Quito.
Eduar Rivera es un bogotano que decidió salir de su país por la violencia. Él tiene el estatus de refugiado. Acá instaló una pizzería en la avenida Loja y Rodrigo de Triana, allí también vive en compañía de seis amigos que se encuentran en su misma situación.
“Nosotros queremos hacer nuestra vida con tranquilidad, pero la gente piensa que todos somos delincuentes y eso no es cierto”, enfatiza, aunque está consciente de que algunos compatriotas suyos han sido detenidos por actos indebidos.
Sin embargo, la discriminación para este colombiano no será un obstáculo para instalar nuevamente una cadena de pizzerías, que ya tenía en cuatro ciudades del Ecuador pero que, por razones económicas, se quedó solamente con una, la de Cuenca. (AVA)

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