La directora ejecutiva del Instituto de la Mujer de Chile, Carmen Torres, dijo en entrevista con Notimex que esta nación “se ha convertido en un país receptor (de inmigrantes) y el desafío es que nos transformemos en una sociedad de acogida”.
El desafío no es menor, anotó Torres, pues alrededor de 360 mil personas están registradas en Chile como migrantes, de acuerdo a cifras del Ministerio del Interior.
Subrayó que las condiciones de estabilidad social y política, así como su desarrollo económico, convierten a Chile en un país atractivo para los migrantes de la región, aún más en momentos en que Europa ha reforzado los controles al ingreso de latinoamericanos.
“Estados Unidos y países de Europa están cerrando paulatinamente las fronteras y las personas de América Latina comienzan a migrar dentro de la región hacia países con mayor desarrollo y condiciones de seguridad”, añadió Torres.
Chile, sin embargo, nunca ha sido un país muy importante en la recepción de inmigrantes, que en la actualidad representan sólo el 1.8 por ciento de la población nacional, cuando en la primera mitad del Siglo XX llegaban a un 4.5 por ciento.
En el caso de la migración peruana, que con 126 mil ciudadanos constituye la colonia más visible en Chile, Torres explicó que se inició en los años 90 con un marcado carácter político, pero “ahora es fundamentalmente económica”.
Chile también registra una importante migración boliviana, ecuatoriana, colombiana y en menor medida argentina, y en los últimos años comenzó a incrementarse la llegada de migrantes de países como Senegal, Camerún, Haití, Afganistán y Pakistán.
Los ciudadanos latinoamericanos radicados en Chile, conforme a estimaciones oficiales, constituyen el 70 por ciento del total de la migración registrada en este país sudamericano.
Un caso especial lo representan los migrantes colombianos y también argentinos, que por sus condiciones de preparación profesional y/o estudios tienen mejores posibilidades de integrarse al mundo laboral o universitario chileno.
Pero pese a todo, advirtió la directora ejecutiva del Instituto de la Mujer, Chile “no es todavía una sociedad de acogida. Tenemos mucha xenofobia, somos muy discriminatorios incluso con parte de nuestra población, los mapuches o los aymaras”.
“Somos muy xenófobos con los latinoamericanos porque con la migración europea, canadiense o de Estados Unidos, la verdad es que es otra la recepción y son en general bienvenidos”, aseveró Torres.
Explicó que “la discriminación se proyecta, por ejemplo, contra la población peruana, cuya gran mayoría tiene una vulnerabilidad social y económica y en muchos sectores se les ve como inferiores, lo que es una ridiculez”.
Pero además la migración tiene “rostro de mujer”, ya que en el caso de la peruana las mujeres representan un 63 por ciento por ciento del total, las que sufren no sólo la actitud xenófoba, sino la discriminación en el trabajo y problemas de género.
Las mujeres “tienen más dificultades para insertarse, conseguir trabajo, atenderse en los servicios de salud, atender a sus hijos, sufren maltratos, y la mayor parte de ellas deben trabajar como empleadas domésticas, aún cuando tengan estudios”, acotó Torres.
Consideró, por ello, que esta situación “plantea importantes desafíos en materia de regulación, protección y garantía de derechos, una política pública que integre a todos los involucrados, con independencia del sector político que lidere el país”.
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