quinta-feira, 7 de junho de 2012

Migración paraguaya: más de la mitad son mujeres


Según datos oficiales recientes, que están incluidos en un libro que fue  lanzado ,más de la mitad de las personas paraguayas que emigraron recientemente son mujeres: 55,7% en el caso de Argentina y 61% en el caso de España. La mayor parte de estas mujeres (66,2%) se insertan laboralmente en el sector del empleo doméstico.
El libro se denomina “La migración femenina paraguaya en las cadenas globales de cuidados en Argentina. Transferencias de cuidados y desigualdades de género”, La publicación contiene una investigación realizada por Clyde Soto, Myrian González y Patricio Dobrée, del Centro de Documentación y Estudios, sobre los nexos existentes entre la migración de mujeres paraguayas hacia Argentina, los trabajos de cuidados y la igualdad de género. Este estudio forma parte de un proyecto regional impulsado por ONU Mujeres con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional.

 
Se presenta el libro “La migración femenina paraguaya en las cadenas globales de cuidados en Argentina. Transferencias de cuidados y desigualdades de género”. La publicación contiene una investigación realizada por Clyde Soto, Myrian González y Patricio Dobrée, del Centro de Documentación y Estudios, sobre los nexos existentes entre la migración de mujeres paraguayas hacia Argentina, los trabajos de cuidados y la igualdad de género. Este estudio forma parte de un proyecto regional impulsado por ONU Mujeres con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional.

La presentación del libro estará a cargo de Verónica Serafini Geoghegan, doctora en economía, y de Solana Mesa, representante de la Asociación de Empleadas del Servicio Doméstico. Participarán también integrantes del Centro de Documentación y Estudios y ONU Mujeres.

El libro analiza los efectos que la migración de mujeres paraguayas a Argentina tiene sobre la organización de los cuidados en sus hogares de origen, en un contexto de partida regido por un régimen de cuidados injusto. Al mismo tiempo, realiza propuestas concretas para integrar el componente del cuidado como un eje central del desarrollo y para realizar intervenciones públicas que valoren el trabajo de cuidados, la responsabilidad colectiva y la igualdad de género.
 
Algunas conclusiones del estudio


En Paraguay, existe un campo propicio para la formación de cadenas de cuidado que es resultado de la combinación de numerosos factores. La instalación de un modelo de desarrollo excluyente basado en la agro-exportación, la pobreza y la desigualdad son causantes de expulsión para muchas mujeres que con su trabajo sostienen sus hogares. Por otra parte, la violencia contra las mujeres y la incidencia del embarazo en adolescentes también motivan la decisión de migrar. A esto se suma la naturalización de la idea de que el cuidado es una actividad típicamente femenina, cuyas consecuencias son la inserción dentro del sector del empleo doméstico casi como única alternativa laboral y la asignación de responsabilidades relacionadas con el cuidado a otras mujeres de la familia que permanecen en la sociedad de origen. Las cadenas de cuidado, así, refuerzan la división sexual del trabajo tradicional: Son como un círculo que amplía su diámetro sin modificar su centro.

Las cadenas de cuidado no sólo se basan en la desigualdad sino que, además, reproducen desigualdad y ligan de modo permanente a las mujeres a trabajos poco valorados y de escaso reconocimiento económico.

Uno de los efectos de estos procesos trasnacionales es que en la sociedad de destino las familias tienen la oportunidad de acceder a mayores recursos de cuidado, muchas veces a un costo muy bajo. En cambio, en la sociedad de origen, los grupos familiares experimentan una merma de los recursos de cuidado o bien aumenta la sobrecarga de trabajo de cuidado para las mujeres que suplen la ausencia de quien han migrado.

En Paraguay, predomina un modelo familista que atribuye la mayor parte de las responsabilidades de cuidados al grupo familiar y, dentro de éste, a las mujeres. El derecho a elegir entre cuidar y no cuidar, en consecuencia, es un aspecto negado a la mayor parte de las mujeres, quienes prácticamente no disponen de servicios públicos –por ejemplo, guarderías o centros de atención para personas ancianas– que puedan sustituirlas en esta función. Por otra parte, tampoco se observa un incremento significativo de las responsabilidades asumidas por los hombres para realizar esta clase de trabajos.

Las cadenas de cuidado conforman de este modo un campo donde operan de modo más crítico los mandatos tradicionales de género y se activan mecanismos de discriminación de las mujeres que actúan en combinación con elementos de clase y origen étnico. Este campo está protagonizado por madres y abuelas especializadas en cuidados, que se intercambian roles y se traspasan tareas de crianza en condiciones caracterizadas por la sobrecarga de trabajo, la ausencia de corresponsabilidad y la vulneración de derechos.
 

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