quinta-feira, 20 de novembro de 2014

Después de trabajar con inmigrantes latinoamericanos, dos seminaristas de México y Colombia se despiden de Brasil

Hay muchas personas a las que les gusta tener una rutina y se aterran con el solo hecho de pensar en cambiar.
Este no es el caso de los seminaristas Fabio Esteban Duque y Teófilo Ramirez Moreno.
Después de haber estado trabajando algunos años con inmigrantes en la parroquia Nuestra Señora de la Paz, en la Pastoral del Inmigrante, en São Paulo, los dos seminaristas van a salir en busca de nuevos horizontes.
Teófilo se va rumbo norte, a la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos, y Fabio partirá hacia Manila, capital de Filipinas, en el continente asiático.
Fabio es colombiano y nació en la ciudad Don Matías Antioquia.
Ya desde joven tenía bien definido qué era lo que quería hacer, un deseo en el que tuvo mucha influencia su familia católica, que siempre lo apoyó.
"Estoy triste, pero contento a la vez. Triste porque fueron cinco años trabajando en Brasil y ahora tengo que dejar el país, pero contento porque aprendí mucho, principalmente con la comunidad boliviana", cuenta Fabio.
Al haber convivido con los bolivianos que visitan la Pastoral del Inmigrante, Fabio pudo profundizar en la historia de todos ellos. Y, trabajando en una monografía, tuvo
la posibilidad de conocer más de cerca a sus vecinos.
"La raíz del trabajo fue comprender y entender un poco más de la cultura boliviana. Tanto las fiestas religiosas que tienen lugar aquí como en Bolivia, la devoción a la virgen de Copacabana y Urkupiña. Vayan al lugar que vayan, ellos llevan la tradición y la fe, quería entender mejor cómo era todo eso", explica el seminarista.
De acuerdo con el colombiano, eso lo ayudó mucho a comprender su vida como inmigrante y a convivir con ellos.
"Cuando uno llega a un lugar nuevo, es preciso tener humildad para aprender. Más que enseñar, hay que aprender de ese pueblo", indica.
Teófilo, por su parte, nació en México, cerca de Estados Unidos, hacia dónde se dirige ahora.
"Como misioneros, sabemos que hoy estamos acá y mañana vamos hacia otro lugar. Es triste porque dejo una tierra bonita, a la que le tengo mucho cariño", comenta.
Fue en São Paulo en el lugar en el que Teófilo aprendió más sobre los bolivianos y percibió muchas similitudes con su propio pueblo.
"Como mexicano me sentí muy identificado con la cultura boliviana. Hay muchos elementos parecidos, como la vestimenta. Tenemos algunas diferencias, pero en el día a día somos iguales, seres humanos", desliza.
Ya con su equipaje listo, sus últimas palabras son sabias: "La vida es una elección y tenemos que estar abiertos para recibir lo mejor de las personas. Y, principalmente, no olvidarnos del origen, hay que tener orgullo de lo que uno es y del lugar del que vino".

ANGELINA MIRANDA
FOLHA INTERNACIONAL/PLANETA AMÉRICA LATINA
Traducido por NATALIA FABENI


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