quarta-feira, 8 de setembro de 2010

3ª Jornada Mundial por Trabajo Decente

En esta fase histórica, más que nunca antes, las condiciones y posibilidades técnicas, materiales y económicas instaladas a nivel mundial permiten objetivamente liberar a la Humanidad de buena parte de los trabajos más duros, reducir el tiempo de trabajo del conjunto de la población liberando tiempo y energías para ulteriores avances sociales. En esta fase, la riqueza producida, que básica y principalmente y en esencia es solamente producción social y colectiva, podría distribuirse equitativamente y servir para resolver, como mínimo, los problemas más graves (hambre, pobreza como mínimo) de la población mundial y para realizar planes de rescate de la deuda ecológica con el planeta.
En esta fase, sin embargo, hasta el trabajo esclavo o en condiciones análogas continúa siendo una realidad presente y hasta cuantitativamente importante en el campo y ciudades de los países de nuestra América, incluso en países de la Unión Europea donde son explotados millares de inmigrantes muchas veces en total ilegalidad y con total impunidad. De otro lado, la dimensión gigantesca de la llamada “economía informal”, que en algunos países supera hasta el 50% del PIB, deja directamente en la ilegalidad, sin contratos, sin derechos laborales, sin seguridad social, salud… sin Derechos Humanos, a millones de trabajadoras y trabajadores.
El problema, para mayor desgracia, no acaba por ahí. Los procesos de desregularización, tercerización y flexibilización promovidos durante las últimas décadas han profundizado la precarización del trabajo y los derechos laborales y, en consecuencia, sociales. Hasta el punto de que no tener garantías de trabajo futuro en condiciones mínimas suficientes, no solamente devino realidad para la mayoría de trabajadores, sino que, además, pasó a formar parte del discurso oficial, del pensamiento único, según el cual el sacrosanto crecimiento económico (entendido en los términos de los intereses del capital financiero especulativo principalmente) necesita de un mercado laboral lo más funcional posible a esos intereses. Las trabajadoras y trabajadores están condenados a aceptar cualquier oferta que surja en diversos sectores de producción o, incluso, diversas regiones del país o hasta en otros países. O sea, la llamada de movilidad funcional y geográfica.
Hay que añadir, además, que, como la cumbre presidencial iberoamericana de Lisboa de 2009 reconoció, se producen en nuestro continente unos 30 millones de accidentes laborales al año, y 240 mil muertes anuales (sin contar las enfermedades que se originan en el trabajo). Una muerte casa dos minutos.
En un contexto como este, la Confederación Sindical de Trabajadoras y Trabajadores de las Américas (CSA) y la Confederación Sindical Mundial (CSI) vienen promoviendo la lucha a nivel mundial por el Trabajo Digno. Entendemos que es una lucha fundamental y que envuelve al conjunto de las trabajadoras y trabajadores, no solamente como una cuestión legítima y necesaria de solidaridad con los casos más extremos.
Entendemos también que no se limita al ámbito de los conflictos exclusivamente laborales (si es que esos conflictos exclusivos existiesen realmente), porque sin trabajo o con trabajo sin condiciones mínimas suficientes de garantías técnicas, horarias, salariales, de salud o formación, de trabajo decente, en definitiva, no se puede vivir con dignidad ni en el propio trabajo ni en general. Esta lucha, por tanto, es también responsabilidad del conjunto de ciudadanas y ciudadanos, de organizaciones y movimientos sociales comprometidos en la búsqueda de una sociedad justa y solidaria.
Desde este entendimiento, la 3ª Jornada Mundial por el Trabajo Decente (JMTD), el próximo 7 de octubre de 2010, en base a tres exigencias:

1. El crecimiento y unos puestos de trabajo decentes, y no medidas de austeridad, resultan esenciales para superar la crisis y poner fin a la pobreza.

2. Servicios públicos de calidad son fundamentales para llevar una vida decente y no deben ser recortados en aras de la consolidación fiscal.

3. El sector financiero tiene que pagar el daño que ha causado y ponerse al servicio de la economía real y responder a las necesidades humanas reales.

El año pasado se realizaron 472 acciones en 111 países. Para la movilización de este año, estamos convocando a todas las centrales afiliadas a la CSA, al conjunto de organizaciones sindicales y sociales del Continente para tomar en sus propias manos el proceso de construcción de esta jornada mundial, una construcción que pueda estar jalonada de actividades en países, ciudades, barrios, lugares de trabajo, hasta la celebración unificada el 7 de octubre de una gran movilización en las Américas y el Mundo.

- Víctor Báez Mosqueiran es secretario general de la Confederación Sindical de Trabajadores/as de las Américas (CSA)

Nenhum comentário:

Postar um comentário