El tema de los desaparecidos tanto en las leyes
penales como en las acciones que el Gobierno Nacional ha reactivado
recientemente en torno a este fenómeno preocupante, ha puesto a relucir
nuevamente el caso de los migrantes que desaparecen sin dejar rastro en el
trayecto de sus viajes ilegales desde el Ecuador hacia los Estados Unidos con
el objeto de cumplir lo que llaman “el sueño americano”.
Familias de personas del Azuay y el Cañar que salieron de sus hogares para tratar de llegar al país del Norte, en diversos casos no han vuelto a comunicarse con su ser querido desde que llegaron a la frontera mexicana-estadounidense, y aunque confían en que se encuentren con vida, quizá en alguna prisión de los EE.UU. conforme pasa el tiempo las esperanzas se desvanecen y subsiste un drama humano en sus hogares.
Familias de personas del Azuay y el Cañar que salieron de sus hogares para tratar de llegar al país del Norte, en diversos casos no han vuelto a comunicarse con su ser querido desde que llegaron a la frontera mexicana-estadounidense, y aunque confían en que se encuentren con vida, quizá en alguna prisión de los EE.UU. conforme pasa el tiempo las esperanzas se desvanecen y subsiste un drama humano en sus hogares.
Las autoridades
nacionales, la Secretaría Nacional del Migrante y otros organismos que tienen
que ver con esta problemática, ciertamente ejecutan acciones en la medida de lo
que puedan realizar a fin de recabar información acerca de esas personas
desaparecidas en los viajes ilegales, pero realmente es poco lo que puede
lograrse para el esclarecimiento de estas desapariciones, cuando por ejemplo
han ocurrido en el difícil y peligroso paso desde la frontera mexicana al
territorio de los EE.UU. por desiertos inhóspitos, bajo calores abrasadores, en
grupos que según suelen contar los testigos sobrevivientes, dejan atrás a las
personas que no pueden seguir adelante por fatiga o insolación, y entonces de
hecho pueden producirse desenlaces fatales en zonas tan despobladas que el
descubrimiento de la víctima puede no suceder.
El negocio del coyoterismo cobra esta dolorosa cuota de víctimas, en el afán por llegar a los Estados Unidos de manera ilegal, y más aún, con inminente peligro para su integridad y sus vidas. Combatir el llamado coyoterismo y las redes nacionales de tráfico ilegal, al igual que internacionales, es la única manera de evitar que se repitan tan dolorosos casos de desapariciones de ecuatorianas y ecuatorianos, en aquel viaje en ocasiones sin retorno para dolor de quienes se quedaron a la espera sin saber de ellos.
El negocio del coyoterismo cobra esta dolorosa cuota de víctimas, en el afán por llegar a los Estados Unidos de manera ilegal, y más aún, con inminente peligro para su integridad y sus vidas. Combatir el llamado coyoterismo y las redes nacionales de tráfico ilegal, al igual que internacionales, es la única manera de evitar que se repitan tan dolorosos casos de desapariciones de ecuatorianas y ecuatorianos, en aquel viaje en ocasiones sin retorno para dolor de quienes se quedaron a la espera sin saber de ellos.
El Tiempo
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