En México, el término “feminización de la migración” genera polémica
entre las y los académicos al dividirlos en dos posturas, la cuantitativa, que
afirma que la participación de la población femenina en los flujos migratorios
no ha variado en las dos últimas décadas y aún es minoritaria, y la cualitativa
que sostiene que el papel que juegan las mujeres es el más trascendente.
Los
demógrafos consideran que “se ha abusado mucho del término” y que habría que
matizarlo, porque lo que ellos observan es que cada flujo migratorio tiene sus
variaciones en el tiempo y que a pesar de que hay nichos laborales en Estados
Unidos, donde las mujeres sí son mayoría, siguen representando una minoría del
volumen total de la población migrante, como para hablar de feminización.
Silvia
Giorguli Saucedo, investigadora del Centro de Estudios Demográficos Urbanos y
Ambientales (Cedua), de El Colegio de México, agregó que en realidad la
participación de las mujeres en el flujo migratorio se “ha movido poco” desde
la década de los 80, por lo que no hay un cambio tan drástico que dé pie para
hablar de una feminización.
La
investigadora agregó que para ciertos países el flujo migratorio tiene un
componente femenino mucho mayor, pero en el caso de México la participación de
las mujeres en la permanencia y el cruce de la frontera ha tenido cambios
bastante moderados, por lo que en su opinión, más que hablar de una
feminización lo que hay es una mayor visibilidad de las mujeres en el fenómeno
migratorio.
Lo anterior
porque explica que todavía a finales de los años 70 y principios de los 80 las
mujeres eran sujetos pasivos que vivían la migración a través de sus parejas,
padres o hijos, realidad que cambió sobre todo en los últimos 10 años, pues las
mujeres emigran solas y no necesariamente para reunificarse con la pareja o
familiares, sino desde una decisión propia y jugando un papel fundamental.
Elaine
Levine Leiter, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (Cisan) de
la UNAM, explicó que debido a esta situación, muchos actores hablan de la
feminización de la migración, lo que no significa que sean mayoría, sino más
bien que se debe a la búsqueda de autonomía para mejorar su situación
socioeconómica, o por huir de la violencia intrafamiliar en lugar de ser
quienes acompañan o esperan el retorno de los migrantes varones.
Olivia Ruiz
Marrugo, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), narró que es
común que le cuestionen si hay más mujeres migrantes, cuántas son, cómo ha
crecido este flujo y qué porcentaje representan en la población total, pero que
más allá de los números, en los cuáles no pueden confiarse, lo que es evidente
es que la carga más pesada de la migración la llevan ellas.
La
académica argumentó que sí es posible hablar de feminización de la migración
dado que el impacto de la violencia contra las y los migrantes, no sólo sexual
o por la trata, y las políticas de EU en cuanto a las deportaciones y la
separación familiar, recae sobre la población femenina en “forma excesiva”.
Ruiz, con
su visión de antropología cultural, sostuvo que ella no hablaría de una
feminización de la migración en términos cuantitativos, porque todavía cruzan
más hombres, pero sí en términos del impacto social, económico, de salud y de
violencia, porque no sólo cargan con su destino, sino también con el futuro de
las y los hijos, más aún cuando pierden su custodia por la deportación.
CIMACNOTICIAS - Por Adriana Franco
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