Una vez más la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner,
sorprendió a los argentinos al embestir contra Europa y, de rebote, contra
España. En esta ocasión acusó al viejo continente de ser xenófobo, recordó la
«Inquisición» y estableció su personal mapa racial de los presidentes de
Sudamérica.
La intervención de la jefa del Estado, en vídeo
conferencia con el Chaco, una provincia paupérrima del noreste argentino,
arrancó con los presuntos orígenes indígenas de su Gobernador, Jorge «Coqui» Capitanich. «Parece medio
morocho —moreno— pero, no se engañen, viene de Europa, de la Europa medio
xenofóbica», le reprochó jocosa la presidenta. Con gestos y movimientos de mano
que dibujaban en sus labios la fisionomía que espera de un indígena, Fernández
de Kirchner provoca carcajadas en la audencia con sus ocurrencias. Animada con
el efecto, añade, «La mayoría (de los europeos) son xenofóbicos...» En ese
instánte parece darse cuenta de que, quizás, su comentario fue excesivo. «Uy,
—exclama— voy a tener que aclarar esto porque mañana sino se arma una podrida
total».
La viuda del expresidente Néstor Kirchner, se toma un respiro y vuelve a la carga
contra el gobernador, ex ministro de Economía y ex jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde. «Decí de donde sos,
Coqui», le desafía provocativa varias veces CFK, siglas con las que se
identifica a la mujer más poderosa de Argentina. «Soy de origen montenegrino»,
termina confesando «Coqui». La presidenta, junta las puntas de los dedos de
ambas manos y las separa como si estirara un chicle, «Vieron», dice satisfecha
tras desenmascarar las raíces profundas de «Coqui». En simultáneo, le explica a
la audiencia y coloca Montenegro en el mapa, «de la antigua Yugoslavia o por
ahí». El hombre le da las correspondientes explicaciones cartográficas e
históricas que ella, atenta, acompaña con los ojos como platos mientras ensaya
una lección de mímica difícil de superar por el mismísimo Mr. Bean.
«No puedo hablar mucho porque de mis cuatro abuelos
tres eran españoles»
El episodio continúa y la presidenta, por fin,
reflexiona y reconoce que no puede presumir mucho de sus vínculos de sangre con
los pueblos originarios. El acto tenía como motivo la inauguración de un
instituto indígena bilingue, en la localidad chaqueña de Pampa de Indio. «No
puedo hablar mucho —confiesa— porque de mis cuatro abuelos tres eran españoles y por el lado de Néstor dos croatas. ¡Croatas!», exclama como si
le hubiera dado un calambre .
Finalmente la jefa del Estado parece haber ordenado en
su cabeza una disculpa para evitar susceptibilidades entre esa «mayoría» de
europeos que consideró racistas. «No quise decir, por favor, que sean todos
xenófogos…Pero hay algunos, con algunas tendencias históricas medio feítas,
medio del tiempo de la Inquisición, lo que pasó en el siglo pasado y… no les gustan los morochones (morenazos) ni los inmigrantes.
No a todos, por supuesto, pero hay una parte importante que sí».
Como broche a su colorida intervención, Fernández de
Kirchner celebró el crisol de razas entre sus homólogos sudamericanos. «Tenemos
a Evo que es de los pueblos originarios, a Dilma Rousseff que también es de
origen europeo, yo más gallega (similar a española en Argentina), Chávez… éste»
y aquí, de nuevo el conflicto, la duda, ella entorna los ojos y añade, «es
medio, medio…» hasta que se anima y lo dice: «Es mestizo él». En este punto
interviene Guillermo Moreno, el secretario de
Comercio que la acompañó en su viaje a Angola (el que le soplaba el discurso a
la oreja) y, con gestos en la cabeza, le aclara que lo de Chávez debe ser cosa
«de Africa», «por los rulos» (rizos), sentencia Cristina antes de aclarar que
en Sudamércia, «hay de todo».
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