Las personas no migran de su tierra natal por gusto o
porque les genera placer. La migración es un fenómeno social que responde a
múltiples causas, es decir, cada persona tiene diferentes motivos para dejar su
comunidad y, en no pocos casos, a su familia; se trata de una decisión extrema,
lamentablemente, en muchas ocasiones poco informada y llena de ilusiones falsas
en relación con el lugar de destino.
La
migración por razones económicas es una de las que más se señala a la hora de
justificar por qué se ha dejado el país en que se nació. Se busca mejores
condiciones económicas y para ello se está dispuesto a arriesgar la propia vida
y todo ello por la ilusión de conseguir un trabajo y tener una vida mejor en el
país al que uno se dirige.
El
problema es que muchas de esas ilusiones están sustentadas en imágenes falsas,
por ejemplo, de lo que ocurre en países como los de la Unión Europea o en
Estados Unidos de América. Se piensa que en aquellas sociedades abunda el
empleo y que al llegar, serán recibidos con los brazos abiertos y todo será
felicidad. Por desgracia la realidad es otra.
Se
trata de una ilusión que pronto es apagada por una dinámica social excluyente y
discriminatoria. Muchas de las condiciones de esos países impide conseguir
trabajo a sus propios ciudadanos, con mucho más razón resulta más complicado
para indocumentados, ilegales y para aquellas personas que tengan cualquier
otra condición que no sea la ciudadanía oficial de aquellos Estados.
La
ilusión de estas personas está sustentada en una serie de mitos que se han
reproducido en el tiempo. El cine y los medios de comunicación, por ejemplo, se
han encargado de posicionar en la mente de las personas lo que han dado en
llamar “el sueño americano”; empero, como suele suceder, una buena cantidad de
migrantes la pasan muy mal lejos de su patria, incluso, aquellos que han
logrado conseguir algún trabajo estable y remunerado de acuerdo a la ley.
Suele
suceder que los migrantes que han conseguido algún tipo de estabilidad no
cuentan todas las peripecias que han pasado. Ello se da porque quieren ser
percibidos como personas que consiguieron una migración exitosa, es decir, no
solo llegaron al lugar de destino sino que lograron estabilidad económica; de
hecho, aquellos que viajan a su país de origen después de muchos años, no
revelan las condiciones en que viven y mucho menos su situación económica real.
Subrayo
que estoy refiriéndome al migrante promedio y no a las excepciones. Algunos
migrantes logran ahorrar el dinero suficiente para establecer negocios en sus
países de origen o hacerse de unos o varios inmuebles que les asegura una vejez
tranquila, pero, se trata de los menos y eso hay que decirlo para que las
personas no se hagan falsas expectativas.
Hay
personas que piensan a los europeos o los estadounidenses viviendo como en las
series de televisión. Personas con un trabajo de oficinista que les permite
tener un apartamento, un vehículo, comprar ilimitadamente en el supermercado y
asistir al cine o algún evento deportivo los fines de semana; no obstante, la
realidad europea y estadounidense es bastante diferente y a la mayoría de los
migrantes les toca hacer los trabajos más duros, vivir en lugares iguales o
peores a los que habitaban en su país de origen, así como comprar lo justo para
su sobrevivencia y no tener tiempo para distraerse de una jornada laboral
extenuante.
El
tener gente conocida en el país receptor no siempre es sinónimo de tranquilidad
y éxito. El hecho de tener familiares en el país receptor constituye una
ventaja, sin embargo, muchas veces ellos se encuentran en condiciones precarias
que impiden poder ayudar al familiar que está llegando; dicho en palabras
sencillas, la existencia de un familiar en el país al que se emigra, no siempre
es garantía y produce las ventajas que mucha gente se imagina.
Por
eso el drama de los migrantes cubanos nos debe llamar a una profunda reflexión
y a un sentimiento de solidaridad inmenso. Debemos ayudarles en lo que podamos
y hacer votos para que sus ilusiones se puedan colmar en el mar de
incertidumbre que les espera y en la situación que les ha tocado vivir hasta
ahora; se trata de seres humanos que les motiva una imagen, una ilusión, un
anhelo y por eso tipo de ideas las personas estamos dispuestos a realizar
acciones fuera de lo común.
Esperemos
que la situación de estas personas se resuelva y que puedan seguir su camino a
lo que ellos consideran la “tierra prometida”. Ojalá que todos puedan llegar a
su destino y que no queden, como Moisés, destinados a no ingresar a aquella
tierra que tampoco iba a ser lo que le prometieron al pueblo judío.
Ahhh!
Y en todo esto, desde la antigüedad, hay otros personajes que ganan dinero a
costa de estas personas. Basta multiplicar lo que ha pagado cada cubano por
todos los que se encuentran en Peñas Blancas, para darse una idea de la
magnitud del negocio que hay detrás de esta situación.
EL PAIS.CR
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