Informe de Marcela Valente para IPS devela cómo a
pesar de la lejanía geográfica entre ambos países, Argentina es un destino
apetecido para muchos emigrantes de República Dominicana, en particular para
mujeres, que corren el riesgo de quedar expuestas a redes de trata y
explotación sexual.
La
inmigración dominicana es mucho menos numerosa que la de paraguayos,
bolivianos, peruanos y uruguayos, que constituyen 80 por ciento de los
extranjeros radicados en el país desde 2004, pero sobresale por problemas
específicos de inserción laboral.
Clarisa
Rondó, de la Asociación de Dominicanos Residentes en Argentina, contó a IPS que
las mujeres de su país llegan en busca de mejores horizontes laborales, pero
debido a dificultades de acceso al mercado muchas caen en redes de
prostitución.
“Argentina
es un país que nos acoge, nos hace sentir que damos un paso adelante. Es
grande, generoso, que ofrece posibilidades”, aseguró. Rondó llegó sola con 21
años en 1994, luego se casó, tuvo hijos, se divorció y estudió un profesorado
en artes.
“Siempre
han venido más mujeres que varones, porque al hombre le cuesta más insertarse”,
explicó, para luego aclarar que a las mujeres también les resulta difícil, pero
“se meten en la prostitución”, admitió con pena.
“Hay muchas
que son analfabetas, no consiguen trabajo y no les queda otra, se meten en ese
circuito”, dijo.
La
presencia de dominicanas en Argentina se hace visible cuando la policía allana
sitios en los que se ejerce la prostitución en Buenos Aires o en provincias
como Córdoba, Misiones, La Pampa, Tierra del Fuego, Rio Negro o San Luis.
Si bien no
hay estadísticas oficiales, Rondo estimó que hay unos 40.000 dominicanos y
dominicanas viviendo en Argentina, 15.000 de los cuales lo hacen en la ciudad
de Buenos Aires.
La
socióloga Lucía Núñez, de la estatal Universidad Nacional de San Martín,
explicó a IPS que, tradicionalmente, los dominicanos emigraban a Estados Unidos
o a España, pero a mediados de los años 90 comenzaron a llegar a Argentina.
La paridad
del valor del peso argentino con el dólar, fijado en esa década por ley,
fomentó el ingreso de inmigrantes del resto de América Latina, que aprovechaban
ese tipo de cambio para enviar importantes remesas de dinero a sus países de
origen, recordó.
Esa fue una
de las principales razones de esa oleada migratoria, unida al idioma común y a
la demanda argentina en el área de servicios de baja calificación, como empleos
domésticos, peluquerías, restaurantes y el cuidado de niños, niñas y ancianos,
precisó.
Una
investigación realizada por el Servicio Ecuménico de Orientación y Apoyo a
Migrantes y Refugiados, más conocido como CAREF, fueron miles los que
ingresaron en aquella década.
Publicado
por la Organización Internacional para las Migraciones, el estudio titulado
“Migración, prostitución y trata de mujeres dominicanas en Argentina” sostiene
que entre 1995 y 2002 se radicaron entre 12.000 y 15.000 inmigrantes de ese
país.
En los
últimos años, a pesar de que ya el tipo de cambio no resulta un atractivo, esta
población sigue llegando. “Tenemos muchos años viniendo y algunas consiguen
aquí tener un posicionamiento”, afirmó Rondo.
La
activista explicó que, en algunos casos, las mujeres hipotecan sus casas para
viajar tras la promesa de conseguir un empleo en el servicio doméstico, pero
son captadas por redes de trata de personas y explotación sexual.
Al llegar a
Argentina, el acceso al empleo se complica, comienzan a contraer deudas con
quienes les financiaron parte del viaje y terminan cayendo en la prostitución o
en la trata, señaló Rondo.
Núñez
coincide. “Llegan a Argentina con promesas laborales que no resultan ser las
esperadas, con la esperanza de alcanzar una inserción laboral que les permita
mejores condiciones de vida que las que tienen en su país”, remarcó.
Una vez
aquí “se les dificulta conseguir otro tipo de inserción laboral fuerte”, señaló
la socióloga, autora de “Construyendo mapas: Cuerpos femeninos, espacio y
jerarquización racial en la práctica de la prostitución en la Ciudad de Buenos
Aires”.
Sostuvo,
además, que las mujeres al emigrar saben que la prostitución es una de las
posibilidades por experiencias que ya conocen, pero “muchas piensan que no será
su caso”.
Nuñez
estudió la vinculación entre la prostitución callejera y la inmigración
femenina en la ciudad, y se centró en las dominicanas, que tienen gran
visibilidad por ser afrodescendientes en un país de mayoría blanca o mestiza.
En su
interpretación, existe una imagen sobre el cuerpo de la mujer afrodescendiente
como hipersexualizada, en contraposición a la mujer blanca o indígena, y eso
las hace aún más vulnerables.
“Por ahí a
ellos les gustan (las mujeres dominicanas) porque nosotras tenemos los pechos
grandes”, especula una mujer de esa nacionalidad en situación de prostitución
en Buenos Aires, entrevistada por Núñez para su investigación.
“Mi mamá no
quería que viniera para acá”, confiesa otra que también ofrece su cuerpo en la
calle en entrevista con la investigadora. “Me decía a lo que venían las mujeres
para acá y yo no le creía”.
Frente a
este fenómeno, el gobierno argentino comenzó a exigir visa a los inmigrantes
domanicanos a partir de agosto de 2012, y facilitó los trámites de residencia
permanente para aquellos que ya se encontraban en el país.
Rondo cree
que la visa no es una solución. Lo mismo piensan en el CAREF, adonde IPS
consultó a Gabriela Liguori, y en la embajada de República Dominicana en Buenos
Aires. Todos afirman que la exigencia no frenará el problema.
“Esto
empeora las cosas, porque va a ser difícil, pero van a buscar otros medios de
entrada por tierra, en forma ilegal, y después van a quedar menos protegidas y
más expuestas al negocio de la trata”, advirtió la activista.
En cambio,
sí creen que es una buena idea facilitar los trámites de regularización de los
que entraron como turistas y hoy están ilegales, porque les permite obtener una
residencia precaria –por tres años- con la que pueden trabajar.
El programa
tiene asistencia del consulado dominicano, del ministerio de Relaciones
Exteriores de Argentina y de la Oficina de Rescate y Acompañamiento de las
Personas Damnificadas por el Delito de Trata, del ministerio de Justicia.
El régimen
de regularización se lanzó en enero y se prolongará hasta julio. En marzo se
habían otorgado ya 631 residencias precarias, según informa la Dirección
Nacional de Migraciones en su página de Internet.
“Mi idea es
que la gente que venga pueda regularizar su situación, estudiar o trabajar
porque si algunas vienen por la prostitución, que al menos tengan otras
alternativas. Pero sin documentación, están obligadas a prostituirse”, finalizó
Rondo.
Fuente:
http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=10280
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