En este artículo publicado por la agencia de noticias IPS, se analiza la cruda realidad que viven las mujeres que trabajan en empleo doméstico en los países de Oriente Medio, entre ellas, las migrantes.
Las empleadas domésticas que padecen abusos laborales, físicos y sexuales en buena parte de Medio Oriente no tienen herramientas para impedirlos o defenderse legalmente de ellos.
La revelación de casos de muchachas jóvenes quemadas con planchas calientes y cortadas con tijeras, o incluso con una veintena de clavos en sus cuerpos, representa apenas el aspecto más visible de las muchas dificultades que enfrenta este sector, predominantemente femenino, según activistas.
Sin embargo, es menos obvio el intrincado contexto social y legal que permite esas prácticas. Priyanka Motaparthy, investigadora de Human Rights Watch, reconoció que esta clase de historias parecen tener mayor prevalencia en los países de Medio Oriente. “Hay un porcentaje significativamente más alto de trabajadoras domésticas migrantes en esa parte del mundo que en otras”, explicó a IPS.
La mayoría de las ellas proceden de países de Asia meridional como Sri Lanka e Indonesia. Además de padecer abusos físicos y sexuales, es común que se les nieguen incluso derechos humanos y laborales básicos.
Trabajar unas 100 horas semanales sin que se les pague extra, recibir pocos o ningún día de descanso, y la falta de un salario, o uno completo, son apenas algunos ejemplos de la explotación que pueden experimentar, según el informe Gender and Migration in Arab States (Género y migraciones en los estados árabes), presentado en 2004 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En una reciente conferencia en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Nisha Varia, de Human Rights Watch, dijo que aunque no todas las trabajadoras domésticas son explotadas “no debería ser una cuestión de suerte que una tenga un empleador justo”.
Cuando las trabajadoras son “desafortunadas”, pueden quedar atrapadas por varios motivos. “Es responsabilidad del gobierno anfitrión proteger los derechos de las trabajadoras”, dijo Motaparthy a IPS.
Pero, “en su mayoría, los gobiernos de Medio Oriente no tienen leyes laborales que protejan a las trabajadoras domésticas”, agregó. Jordania es la única excepción. “Es muy fácil incluir a las trabajadoras domésticas en las leyes laborales”, dijo Motaparthy. Pero los gobiernos se resisten, argumentando que “estas trabajadoras requieren diferentes normas porque están en una casa privada”, señaló.
El hecho de que las empleadas domésticas a menudo vivan en las casas de sus empleadores complica las cosas.
Patrick Taran, experto en migraciones de la OIT, dijo que la situación de esas trabajadoras está oculta del reconocimiento como empleo legítimo que merece las mismas condiciones que las otras ocupaciones.
Sin que ni empleadores ni gobiernos de países anfitriones velen por su bienestar, las trabajadoras domésticas son muy presionadas para garantizar que respeten sus derechos humanos y laborales básicos.
Sus propios gobiernos son relativamente impotentes a la hora de ayudar, dado que no pueden interferir con las prácticas laborales de las demás naciones. Por otro lado, es posible que las trabajadoras domésticas no sean conscientes de los derechos que les corresponden. Las agencias que las conectan con los empleadores no las informan. Sin conocimiento ni acceso a un sistema legal que las pueda ayudar, estas mujeres que viven situaciones abusivas tienen muy pocas opciones para buscar auxilio.
El informe de la OIT de 2004 ofrece algunas estadísticas sobre las condiciones de vida de estas empleadas en Líbano, Kuwait, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos. Según ese estudio, trabajaban entre 101 y 108 horas a la semana, a cambio de una paga de entre 100 y 300 dólares mensuales en Líbano y de entre 150 y 200 en Emiratos. Ninguna cobraba horas extra, y todas tenían una limitada libertad de movimiento.
Pese a este sombrío panorama, Arabia Saudita también ha desarrollado una línea de emergencias por mensajes de texto que las trabajadoras domésticas pueden usar si logran acceder a un teléfono. “Éste es un tema del que están muy al tanto”, dijo Motaparthy a IPS, refiriéndose a los gobiernos de los países de Medio Oriente.
“Hemos discutido este asunto con gobiernos de toda la región, y hemos tenido algunas respuestas muy positivas”, agregó.
La OIT planea adoptar en junio de 2011 una convención internacional sobre las trabajadoras domésticas. Se espera que los países la ratifiquen y finalmente asuman el proceso de brindarles la protección legal que les corresponde.
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