Los cien millones de niños que viven en la calle tienen derechos fundamentales que deben ser respetados y protegidos por los Estados y por la población adulta en general, dijo hoy la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos.
Durante su participación en un debate dedicado a las garantías de los niños que celebra el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Navi Pillay alertó sobre la gran cantidad de menores que carecen de un hogar y advirtió que la cifra estimada podría estar muy por debajo de la realidad puesto que no existe un método adecuado para cuantificar a esta población.
Subrayó que los niños de la calle constituyen uno de los grupos más vulnerables a atropellos y violaciones de sus derechos por parte del resto de la sociedad, empezando por las autoridades nacionales.
“Sin embargo, dada su condición de aislamiento y miedo, estos menores no reportan, ni siquiera se quejan de los abusos, sino que afrontan su condición con silencio e impotencia”, apuntó Pillay.
El suyo es un mundo de desesperanza, estigma, discriminación, indigencia, pobreza y violencia. Estos niños carecen de los derechos más básicos como la educación, la salud y el acceso a una alimentación adecuada y una vivienda digna, agregó.
La Alta Comisionada afirmó, no obstante, que estos menores no deben ser considerados un problema social y llamó a los gobiernos a no penalizar las actividades que desempeñan para sobrevivir, como pedir limosna, vagar, hurtar y escapar.
Recordó que los niños que viven o trabajan en la calle son una vergüenza que afecta por igual al mundo en desarrollo y a los países ricos.
En este sentido, instó a los gobiernos de todo el mundo a incluir a los menores desamparados en los programas de desarrollo y protección de los derechos humanos.
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