A escasos días de la visita del papa
Francisco a México, ya se ha referido a temas polémicos en el país como la
migración. El mes pasado, el sumo pontífice invitó a los países receptores de
migrantes a sensibilizarse y crear soluciones para el problema, al argumentar
que las principales causas de la migración son situaciones de exclusión
político–social, que dificultan la vida de millones de personas en sus propias
patrias.
Si bien el argumento es válido y debe
ser tomado en cuenta por los países de acogida, también es un llamado a las
naciones expulsoras para revisar sus políticas en materia económica y social.
México se caracteriza por una constante
migración, cuyo destino principal es Estados Unidos; además, con el paso del
tiempo los migrantes han ido ocupando cada vez un lugar más importante en la
vida económica del país.
De acuerdo con varios analistas
publicados por Sin Embargo, privilegiar la estabilidad
económica a través de niveles bajos de inflación, salarios controlados y costos
de producción bajos para hacer a México globalmente competitivo impactó de
forma negativa al desarrollo del mercado interno.
Esto es importante, pues 99.8 por ciento de
las empresas que participan en este mercado producen aproximadamente 50 por
ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país y ocupan cerca de 70 por
ciento de la Población Económicamente Activa (PEA); sin embargo, la mayoría de
estas firmas son pequeñas y más vulnerables a los choques macroeconómicos.
Además, esta política económica tiene un sesgo
a favor de los grandes capitales; por ejemplo, según datos de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en 2014 el salario mínimo
en China era de 1.19 dólares por hora, mientras en México apenas y alcanzó 0.6
dólares en el mismo período.
En este sentido, el secretario de
Hacienda, Luis Videgaray, presumió que de no haber sido por estas condiciones,
mucha de la inversión extranjera radicada en México se hubiera trasladado a
China.
Estos hechos muestran el desinterés por
desarrollar un modelo económico más incluyente que brinde una mejor calidad de
los mexicanos, y que se hace tangible en el impacto de la migración sobre la
economía nacional. Recientemente, las remesas se afianzaron como la segunda
fuente de divisas del país, sobre la exportación de petróleo o el turismo
extranjero.
Según el Banco de México (Banxico), en 2015
los recursos enviados por los connacionales que laboran en Estados Unidos
llegaron a sumar 24 mil 770.9 millones de dólares, mientras que las divisas que
ingresaron por la exportación de petróleo únicamente fueron de 18 mil 524
millones de dólares.
Asimismo, diversos organismos
financieros han señalado que México debería crecer al menos 0.6 por ciento
anual, pero el crecimiento ha sido paupérrimo los últimos 30 años y para 2016
no se espera ni siquiera que llegue a 0.3 por ciento. Si bien con las reformas
estructurales se ha prometido impulsar la economía, éstas carecen de innovación
y congruencia, pues siguen haciendo a un lado el fortalecimiento del mercado
interno.Es un hecho que la visita del papa
Francisco a México se da en un contexto complicado, al existir problemas como
la violencia, la crisis económica e incluso por coincidir con año electoral. Si
bien el líder de la Iglesia católica ha sido enfático en que asiste a México en
son de paz, sería un error que no abordara el tema de la migración y la
relación que guarda con las fallas del modelo capitalista, temas que ya ha
tratado con anterioridad, pero que siguen desestimados por una gran parte de la
sociedad.
Ntr
Periodismo Critico
Miguelimigrante.blogspot.com
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