La militarización fronteriza; la
criminalización de la migración irregular; la demonización del migrante y la
xenofobia fueron temas denunciados por los jesuitas, quienes destacaron sus
derechos y los beneficios de estos desplazamientos.
Lo hicieron mediante un
documento titulado “Retos globales por la justicia”, emitido por La Compañía de
Jesús y difundido en numerosos medios europeos. Si bien el informe
se explayó sobre ecología, derecho a la educación, recursos naturales y
minerales y derechos humanos, el tópico referido a las migraciones fue el que
tuvo más repercusión.
En él los jesuitas manifestaron que los
Estados ejercen un control fronterizo sobre los flujos migratorios con el fin
de limitarlos y ordenarlos que está llevando a "obstaculizar cada vez más
el paso de las fronteras" y que provoca que las personas "arriesguen
su vida al intentar evitar las fronteras más vigiladas y frecuentemente
militarizadas".
También denunciaron que, cuando estas
personas resultan atrapadas en situación irregular por las autoridades
fronterizas son "retenidas y privadas de libertad" en centros de
detención sin haber cometido ningún delito y "sufren deportaciones,
vejaciones, indefensión jurídica y desorientación".
Los miembros de la Compañía de Jesús
recordaron que, según la doctrina social de la Iglesia, "todo emigrante es
una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales
inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación"
y que "en ningún caso puede ser explotada".
Asimismo, subrayaron que la migración
lleva consigo beneficios pues los inmigrantes aumentan el crecimiento económico
de la sociedad en la que se integran; generan ingresos fiscales procedentes del
pago de impuestos; y ejercen un impacto positivo en sus países de origen. En
definitiva, para la Compañía, "el migrante es un regalo".
Advirtieron también que la inmigración
plantea desafíos como la reacción que genera en la sociedad la llegada de
migrantes. Según señalaron, en muchos países de recepción existe la idea de que
quienes llegan tienen que asimilarse a la cultura de su nueva nación hasta
perder su identidad cultural, una demanda que consideran "inmoral".
Por último apuntaron que su llegada
despierta "con frecuencia" sentimientos "xenófobos"
alentados por "políticos que tienden a demonizar al migrante".
"Un extendido populismo político recurre al discurso contra los migrantes
para ganarse el apoyo de un electorado siempre preocupado por preservar sus
beneficios".
Como parte de esta lucha, la Compañía
de Jesús creó una red de migraciones basada en la hospitalidad y la inclusión
que denuncia "la criminalización de la migración irregular; la negación
por parte de muchos Estados a otorgar la debida protección internacional a
solicitantes de asilo y refugio; las políticas migratorias que se centran en
detención, deportación y control fronterizo; las redes de trata muchas veces
vinculadas a la corrupción e impunidad estatal y la explotación laboral de
migrantes".
Esta red, con la que la Compañía quiere
dar respuesta a las necesidades de los migrantes, demanda la ratificación
universal de la Convención internacional sobre la protección de los derechos de
todos los trabajadores migratorios y de sus familiares de 1990; la protección
internacional efectiva de solicitantes de asilo; políticas migratorias
integrales; y el derecho de los pueblos indígenas sobre sus tierras y
recursos".
Según indica el documento, hay unos 150
millones de migrantes entre aquellos en situación regularizada y aquellos en
situación no regularizada, unos 20 millones de migrantes forzados -sin
nacionalidad o estatus legal, sin protección, explotados por mafias-, unos 30
millones de desplazados internos -por proyectos de desarrollo, desastres
naturales o conflictos armados- y más de 10 millones de refugiados y
solicitantes de asilo -debido a conflicto o persecución.
DNM
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