La jefa de Estado dio un discurso que apuntó a generar empatía en un público que siente recelo de los inmigrantes. Merkel les pidió a los dieciséis millones de extranjeros que viven en Alemania que aprendan el idioma. La canciller Angela Merkel calificó los intentos alemanes de construir una sociedad multicultural como “un fracaso total”. Fue un discurso sin precedentes, diseñado para reavivar su popularidad y la de su partido, así como para retomar la iniciativa en medio de un debate público, cada vez más hostil, sobre inmigración.
Merkel normalmente evita dar cualquier opinión xenófoba. Pero en un encuentro de jóvenes del gobernante Partido Demócrata Cristiano, la jefa de gobierno dijo rotundamente que la noción de multiculturalismo, de gente de diferentes contextos viviendo feliz y conjuntamente, no funcionaba. “Este intento falló, completamente falló”, dijo a los jóvenes conservadores que aplaudían en una conferencia realizada el sábado en Postdam, en las afueras de Berlín. En cambio, pidió a los dieciséis millones de inmigrantes que viven en Alemania a hacer algo más para integrarse a la sociedad y demandó que aprendan la lengua.
Más temprano, en referencia a los 2,5 millones de inmigrantes turcos, les había dicho a los delegados: “A comienzos de los años ’60 convocamos a los trabajadores extranjeros a venir a Alemania y ahora viven en nuestro país”. Y agregó: “Nos engañamos a nosotros mismos diciéndonos que no se van a quedar, que en algún momento se irán, pero ésta no es la realidad”. Las declaraciones de Merkel fueron una respuesta al surgimiento en Alemania de un sentimiento antiinmigrante y un intento para contrarrestar su posición vulnerable al interior de su propia fuerza política.
Los sondeos de opinión desastrosos y una insatisfacción derechista con lo que se percibe como un conservadurismo “de izquierda” abrieron una discusión acerca de la posibilidad de reemplazo temprano para la primera mujer gobernante de Alemania. El candidato favorito de la derecha de los conservadores es Karl Theodor zu Guttenberg, el conservador ministro de Defensa, de 38 años. Ayer el titular de la cartera de Defensa y su glamorosa esposa, Stephanie, fueron fotografiados en la portada de la revista Der Spiegel y la nota fue titulada: “Los fabulosos zu Guttenberg”.
El ataque de Merkel contra el multiculturalismo vino después de una reciente encuesta acerca de las actitudes de los alemanes hacia los extranjeros, de llamados para prohibir la inmigración musulmana y de la publicación de un libro escrito por un ex miembro del Banco Central que afirma que los musulmanes están ligados al delito y a los pagos de bienestar. La semana pasada, un sondeo de opinión realizado por la izquierdista Fundación Friedrich Ebert arrojó que más de un 30 por ciento de los alemanes pensaba que su país estaba “invadido por extranjeros” y que el 55 por ciento catalogaba a los árabes como “desagradables”.
El estudio fue publicado un día después de que el líder bávaro Horst Seehofer, cuyo partido es aliado de la democracia cristiana de Merkel, declarara que el multiculturalismo estaba muerto y de que llamara a impedir la entrada de los árabes y de los turcos. El debate cada vez más acalorado por la inmigración y la integración quedó en primer plano después de la publicación del libro Alemania va bien por sí sola, de Thilo Sarrazin, un ex integrante del Banco Central de Berlín. A pesar de ser profundamente antimusulmán y de haber sido tildado como propaganda nazi por las organizaciones judías, el libro se mantiene en el primer puesto de los libros más leídos en el país europeo.
El conservadurismo de izquierda de Merkel fue atacado por el ala derecha de su partido y alguno de los miembros dijeron temer que se produzca una fractura por derecha. Los conservadores más duros dicen que su fracaso a la hora de tomar la iniciativa en torno de la cuestión inmigratoria exacerbó la situación. En un artículo en el diario conservador Frankfurter Allgemeine de la semana pasada, aparecieron las voces de varios conservadores que proponían como obvio reemplazo de Merkel a zu Guttenberg. “Si pierde Baden-Würtemberg (un bastión conservador), quedará fuera del mapa”, dijeron.
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