quarta-feira, 4 de janeiro de 2012

Un mundo de 214 millones de emigrantes


A pesar de la crisis económica mundial y de las crisis políticas, una inequívoca señal de evolución de la humanidad, la emigración, mantiene estables sus constantes vitales.

El flujo de personas que cruzan fronteras en busca de oportunidades alcanza los 214 millones de personas, según el informe de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) del año 2011, presentado hace algunas semanas en Suiza.

Si a la cifra de desplazados que atraviesan las fronteras se añaden los ciudadanos que protagonizan desplazamientos en el interior de sus propios países, resulta que más de 1.000 millones de habitantes del planeta se hallan actualmente en tránsito.

SIGNO DE EVOLUCIÓN

El progreso de la humanidad está directamente vinculado a su desplazamiento sobre la faz de la Tierra.

Ha
ce millones de años el primer homínido inició en África el camino y desde entonces las personas no han cejado en su deseo de moverse en busca de mejores condiciones de vida. Y esto sigue ocurriendo también en el siglo XXI.

En este marco de estabilidad general del número de emigrantes en activo, hay una serie de acontecimientos que han modificado algunos comportamientos. Esta es una síntesis de las principales alteraciones detectadas en el informe de la OIM del 2011.


NORTE DE ÁFRICA

El informe sostiene que la primavera árabe “ha tenido enormes repercusiones en los patrones migratorios de esa región y fuera de ella”.

Las crisis políticas en Túnez, Egipto y Libia provocaron el temor europeo de una gran ola de inmigración hacia el continente.

Sin embargo, no ha sido así: “Sólo un porcentaje muy pequeño de los desplazados por el conflicto emprendió el cruce del Mediterráneo”.

Un 3% de los inmigrantes llegados en los últimos meses a la isla de Lampedusa, en el sur de Italia, o a Malta procedían de Libia.

La mayor parte de los desplazamientos originados por los conflictos de Libia y Egipto se han resuelto, por el momento, con el retorno a los países de origen.

Así ha ocurrido con los inmigrantes asiáticos y los africanos con el consiguiente problema para la débil economía de estos países.

Por ejemplo, la OIM estima que unos 70.000 chadianos y 80.000 nigerianos han retornado procedentes de Egipto y Túnez.

La pérdida de las remesas enviadas por los emigrantes desde estos países y el aumento de la demanda de alimentos hacen temer una crisis en las naciones de acogida.


HAITÍ Y ASIA

Las catástrofes originadas por sismos o los fenómenos meteorológicos siguen aumentando y, en consecuencia, también el desplazamiento de la población afectada por las calamidades.

En el caso de Haití, cerca de 1,5 millones de personas se han visto obligadas a desplazarse debido al efecto del terremoto. Se esperaba que una parte de esta población emigrara de su país hacia Estados Unidos pero no ha ocurrido debido, apunta el informe de la OIM, a la extrema pobreza de la población, que no puede asumir un viaje “caro y peligroso”.

Según un estudio elaborado por la OIM centrado específicamente en las migraciones relacionadas con el medio ambiente, se estima que 38 millones de personas se vieron obligadas a emigrar a consecuencia de algún tipo de catástrofe en el año 2010. El informe concluye que el número de emigrantes naturales es cada vez mayor.


EUROPA Y AMÉRICA DEL NORTE

El informe de la OIM estima que la crisis en los países más ricos provocará una fuerte reducción de las corrientes migratorias, una abrupta interrupción del aumento de población de extranjeros en los países con ingresos altos, una drástica reducción de las remesas y un aumento de la emigración de retorno.

Sin embargo, el propio informe reconoce que estos comportamientos no han sido extensibles a todos los países. Así, advierte que a la reducción del tráfico de personas tras el estallido de la crisis financiera en el 2007 y el 2008 le ha seguido un nuevo repunte.

En este sentido, señala que Canadá y Estados Unidos (pese a las crecientes restricciones de este último país) registran aumentos significativos del número de inmigrantes.

Por el contrario, apunta a disminuciones de población inmigrante en el Reino Unido, a la par que empieza a describir un aumento súbito del número de emigrantes de nacionalidad europea que cruzan el Atlántico en busca de nuevas oportunidades. Tal es el caso de Irlanda, donde se ha detectado una salida neta de 60.000 habitantes.

El informe pone de relieve el impacto de la crisis en los inmigrantes que padecen un nivel de desempleo superior a la tasa que sufren los ciudadanos nacionales.

En este capítulo, el informe cita específicamente el caso de España. Sin embargo, advierte, el desempleo no deriva necesariamente en un retorno masivo. En el regreso pesa más la situación del país de origen que la situación del país de estancia.

Así, por ejemplo, señala el caso de Polonia, cuyas buenas perspectivas económicas han propiciado el retorno de los nacionales que hasta ahora vivían fuera de su país.


ESPAÑA Y LATINOAMÉRICA

Pese a esto último, la crisis en los países del sur de Europa ha reactivado el retorno de algunos inmigrantes a sus países de origen, especialmente de ciudadanos de Latinoamérica.

Un informe de la Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración de España, revela que en el tercer trimestre del 2011 se ha reducido la cifra de extranjeros de cinco de las principales nacionalidades que viven en España (Ecuador, Colombia, Perú, Cuba y Argentina).

El número de ciudadanos de Ecuador, la segunda nacionalidad extracomunitaria con más residentes en España, ha disminuido en 3.234 personas. Mientras, en el caso de Colombia, la tercera nacionalidad, se ha reducido en 1.751 ciudadanos, y en el de Perú, en 1.511.

El informe también habla de la tendencia al equilibrio entre la cifra de ciudadanos procedentes de otros países de la Unión Europea que viven en España y los de terceros países. A 30 de septiembre del 2011, el 48,5% de los extranjeros pertenece al régimen comunitario y el 51,5% restante al régimen general.

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