segunda-feira, 27 de fevereiro de 2012

Madres e hijos del locutorio


En esta entrevista publicada en La República de Perú, Lucía Alvites, socióloga y magíster por la Universidad de Chile, presenta una interesante aproximación al estudio de la migración peruana en Chile: Madres e hijos/as de locutorio. La búsqueda de una familia sin fronteras (Defensoría del Pueblo, Forum Solidaridad, 2011).

¿Qué características adopta la población migrante peruana? En tu libro hablas de “feminización” de la migración.
–Es cierto: más del 50% de migrantes peruanos son mujeres. Son las que más envían y reciben remesas, y las que mayoritariamente sostienen los vínculos familiares a pesar de la distancia geográfica. En este contexto, el locutorio se convierte en el lugar donde los afectos trascienden las fronteras. Cabe destacar que antes las mujeres viajaban como acompañantes de los hombres; ahora migran autónomamente o como jefas del núcleo familiar.
–Viviste un tiempo en Chile, donde existe un grupo importante de peruanos migrantes. ¿Cómo es la vida de los peruanos y peruanas en el país sureño?
–Estuve más de dos años. Lo que pude ver es que los peruanos son una comunidad que reproduce bastante al Perú: su diversidad, su riqueza cultural, sus contradicciones y problemas internos. Para mí fue un aprendizaje tanto personal como profesional. Me permitió darle rostro y voz a un importante tema social como es la migración de nuestros compatriotas al exterior. Muchas veces son vistos meramente como proveedores del hogar o como clientes de alguna empresa de envío de remesas. No como ciudadanos y connacionales.
–Hace poco una telenovela chilena era protagonizada por una empleada doméstica peruana. ¿Reflejaba el personaje la realidad de la migración peruana?
–He tenido la oportunidad de verla, y mi opinión es que reproducía los prejuicios y estereotipos que descalifican a la mujer migrante peruana ante la sociedad chilena. Su enfoque me pareció irresponsable porque no reflejaba la cultura peruana; por ejemplo, caracterizaba el hablar de los peruanos al usar un acento que parecía más mexicano, o incluir términos que no usamos en el Perú. Peor aún, todos los personajes peruanos eran de baja calificación y hasta había un delincuente, ligando lo negativo a la migración peruana. La protagonista peruana era mostrada sumisa, como sinónimo de “buena” y “desubicada” en una ciudad grande, a pesar de que Lima es más grande que Santiago. La idea de fondo de la telenovela era asociar al peruano o peruana con el atraso. El chileno, por el contrario, era idealizado y mostrado como sinónimo de positivo. Creo que hay que trabajar más responsablemente el contenido que transmiten los medios de comunicación.
–En tu caso, ¿cómo definirías al migrante peruano, por ejemplo, el que vive en Santiago? ¿Acaso no hay peruanos que reúnen las características que señalas? ¿Cómo serían los otros peruanos cuyo perfil no es considerado en la telenovela?
–Justamente se trata de entender que el peruano o la peruana –al igual que en cualquier otro país o nacionalidad– es diverso; hay de todo, gente sencilla que trabaja esforzadamente y con grandes sacrificios por un futuro mejor para sí y sus familias: profesionales, estudiantes, empresarios; y, también, por supuesto, como sucede con cualquier grupo humano de cualquier país y nacionalidad, elementos que representan los males sociales, delincuencia, mala conducta. Ahí está el conocido caso del extranjero holandés que asesinó a una chica. Sería exagerado decir que él representa a los extranjeros en el Perú. Sin embargo, esa exageración irresponsable se hace con facilidad hacia los migrantes latinos en general, y peruanos en particular.
–¿A qué se dedican los migrantes, varones y mujeres, en Chile? ¿Cómo se ganan la vida?
–Los varones mayoritariamente trabajan en la construcción y los servicios, un buen porcentaje en el emprendimiento comercial. Las mujeres, en un 65%, son trabajadoras del hogar, pero también tienen gran presencia en empresas de servicios y emprendimiento comercial, especialmente gastronómico y de comunicaciones. Esto está determinado por la oferta de trabajo que el mercado chileno ofrece a los migrantes peruanos. No obedece a la característica de la población peruana, es decir, a sus calificaciones u ocupaciones anteriores, etc. Se trata de nichos laborales que la sociedad chilena ofrece y que limitan las capacidades y posibilidades de los compatriotas allá.
–¿Podemos hablar de empleos decentes, o todo lo contrario?
–En algunos casos son empleos decentes. Lamentablemente muchas veces se reportan abusos laborales con trabajadores de nacionalidad peruana o boliviana. Por lo mismo, un reto de la política migratoria debe apuntar a eliminar las violaciones a los derechos laborales y que los peruanos u otros migrantes no sean tratados como ciudadanos y ciudadanas de segunda clase.
–¿Y la unificación familiar qué rol juega como factor explicativo de la migración?
–Muchas veces la migración trae consigo la separación física de muchas familias, y con ello la búsqueda posterior de lograr una reunificación familiar. En el caso específico de las mujeres madres que migran y dejan a sus hijos e hijas en el país de origen, este es un motivo fundamental en sus planes a futuro. Muchas veces la reunificación no llega, otras tantas sí logran llevarse a sus hijos e hijas al país donde migraron, y otras tantas se dan el caso de regresos para poner un negocio, por ejemplo.
–En tu libro las llamas “madres de locutorio”.
–Así es. El locutorio se dibuja como el espacio principal donde se juega en lo subjetivo, lo simbólico, especialmente en las mujeres. Si uno recorre los lugares donde viven la mayor cantidad de peruanos –en Buenos Aires, el barrio Abasto; en Santiago, la calle Catedral, conocida como la “Lima chica”–, verá que los locutorios son el negocio favorito. Y es que muchas veces nuestras migrantes prefieren esa forma de comunicación a otras como el internet, ya que pueden escuchar sus voces en tiempo real, notar sus expresiones si están tristes o tienen un problema. Muchas mujeres crían a distancia a sus hijos e hijas vía el locutorio. Eso nos llevó a las “madres de locutorio”.
–¿Qué impacto tiene la migración internacional sobre las dinámicas familiares?
–Con la investigación nos dimos cuenta de que la migración de hecho ha cambiado las formas de vivir en familia. Tener padres migrantes no significa (muchas veces) que los hijos sientan un “abandono”, pues siguen presentes constantemente. El hecho de que en la mayoría de casos los hijos se queden al cuidado de la madre o hermana de la mujer que migra transforma los lazos familiares, la familia como la concebíamos tradicionalmente.
–Se da el caso de migrantes que ya no ven como un horizonte viable regresar al Perú. Al mismo tiempo, siguen saliendo importantes cantidades de peruanos con la intención de “hacerla afuera”, a pesar del buen momento económico que atraviesa el país. ¿Cómo te explicas ello?
–La experiencia histórica muestra que no existen los retornos masivos. Sin embargo, el retorno es una realidad de importancia social. Según estimaciones oficiales, han retornado cerca de 80 mil compatriotas en los últimos tres años; solo desde Estados Unidos se han deportado un promedio de mil al año y se sabe que por la crisis económica de España ha salido un número similar. El Perú cuenta con una ley de apoyo al retorno que solo ha beneficiado aproximadamente a 300 personas en el mismo lapso, paradójicamente las que menos necesitan ese apoyo, al beneficiar con exenciones tributarias a personas que regresan con capital para hacer negocios o calificaciones profesionales. Es urgente remplazar esta ley por una más inclusiva. Por otro lado, el crecimiento macroeconómico, que es real y notable, ha estado concentrado en un sector minoritario a costa de las grandes mayorías que son excluidas de él. En ese escenario, la migración sigue siendo una posibilidad de ascenso social. Es importante considerar también a las redes o cadenas familiares, amicales o regionales, instaladas en las sociedades de destino que facilitan la migración.
–¿Alguna historia particular de peruanos migrantes en Santiago?
–Una vez entrevisté a una joven peruana que trabajaba en un locutorio atendiendo al público, y me contó el caso de una señora que salía a cada momento de la cabina telefónica para hacerle preguntas de lenguaje o matemática. Cuando finalizó la llamada la señora le agradeció porque estaba ayudando a su hija a hacer la tarea. Vemos cómo en la familia sus afectos y cuidados se recrean en la migración, muchas veces con más fuerza que en familias que permanecen juntas. Supe también de otras historias de dolor y la soledad protagonizadas por mujeres, como aquella señora que viviendo en Argentina se enteró por teléfono que su hijo había fallecido. Son situaciones extremas que cruzan la vida de las y los migrantes. La idea es que las políticas públicas ayuden a que tengan un final feliz.

Los que se fueron…

¿Cuál es la relevancia que tiene la migración al exterior para el Perú de hoy?
–Hoy tenemos a más de tres millones de compatriotas en el exterior. A pesar de estar lejos, en el 2010 aportaron –según cifras oficiales– US$ 2.534 millones, de los cuales al menos US$ 300 millones fueron directamente al Estado por IGV. Las remesas elevan el nivel de vida de 2 millones 700 mil hogares. Fueron más de 754 mil votantes en las últimas elecciones, según la ONPE, un número igual o mayor al de otras seis regiones del país. Representan una parte extendida de la sociedad peruana.

Fuente: La República

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