Los trámites de residencias permanentes en la
Ciudad pasaron de 549 en 2007 a 1.767 hasta septiembre de este año. El
desarrollo profesional, un factor clave.
Que Buenos Aires es
cada vez más cosmopolita no es novedad. Con el tiempo, otras tonadas se van
sumando a la conversación, ese tradicional deporte porteño. Entre ellos, la
colombiana, aunque con variaciones, casi siempre con el “usted” a flor de
labios. ¿Es cierto que de pronto hay más colombianos viviendo en el Río de la
Plata?
Las estadísticas dicen que sí lo es.
Entre los censos de población de 2001 y 2010, la población colombiana en la
Argentina creció de 3.876 a 17.576, es decir, un 353%.
Más acá en el tiempo, según datos de
la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) la cantidad de residencias
permanentes tramitadas sólo para la Ciudad de Buenos Aires creció de 549 en
2007, el año en que el que fuentes oficiales indican que comenzó el incremento,
a 1.767 hasta septiembre de este año.
En tanto, la cantidad de residencias temporarias tramitadas
por un año con opción a renovación y eventualmente a permanencia creció de
2.615 a 58.472. Los datos indican las residencias tramitadas, no la cantidad
exacta de ciudadanos colombianos que residen aquí.
Este salto significativo es una de
las razones que contribuyen a dar tanta visibilidad a la migración colombiana
(según los censos de población de 2001 y 2010, la cantidad de migrantes de ese
país pasó del puesto 19 al 10 entre las distintos grupos de
nacionalidades residentes en Argentina).
Otro motivo es que, por lo general,
se trata de una migración que va a los centros urbanos, principalmente la
Capital: de 110.430 radicaciones tramitadas (entre permanentes,
temporarias y 631 transitorias), un 73% corresponde a la Ciudad de
Buenos Aires. Otros destinos de importancia son la provincia de Buenos Aires
–principalmente La Plata-, Córdoba y Mendoza.
Colombia es, desde hace tiempo, un
país de emigrantes. Según cálculos del Ministerio de Relaciones Exteriores de
aquella nación, para 2012 había 4.700.000 colombianos residentes en el
exterior. Los principales destinos son Estados Unidos, Venezuela, Ecuador,
Panamá, México y España, entre otros.
Buena parte de esas mudanzas
corresponde al problema de los desplazados por conflictos armados y en general
su primer destino son los países limítrofes, a los que acceden por tierra.
“El volumen de refugiados colombianos
en Argentina es muy menor”, aclara Federico Agusti, director de Asuntos
Internacionales de la DNM. Los motivos, entonces, son otros.
El volumen de refugiados colombianos en Argentina es muy menor”, aclara
Federico Agusti, director de Asuntos Internacionales de Migraciones.
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Un informe sobre migración colombiana
en Argentina, de julio de este año, realizado por realizado el Instituto de
Políticas de Migraciones y Asilo (IPMA) de la Universidad Nacional de Tres de
Febrero, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el
Consulado de Colombia en Argentina, dice que según el Panorama Migratorio de
Colombia de 2012, la nación caribeña tiene además una alta tasa de emigración
de capital humano calificado: el 10,4% de la población del país, de los cuales
un 5,7% son médicos formados allá. Aquí aparece Argentina como destino, detrás
de España, Estados Unidos, Francia, Alemania y Brasil.
Lo cierto es que, de acuerdo a los
datos disponibles, la migración colombiana en Buenos Aires se destaca por su
nivel educativo. De acuerdo con el censo nacional de 2010, el 42% de
los residentes colombianos en Argentina hasta ese momento cursaba o había
cursado estudios universitarios (un 44% de ellos ya había terminado la
universidad), mientras que el 21% cursaba o había cursado el secundario, el 16%
se encontraba cursando o había terminado el nivel de posgrado y un 9% estaba en
la misma situación con respecto a la educación superior no universitaria
(institutos terciarios).
Por otro lado, la importancia de la
gratuidad de la educación superior es relativa como factor de peso. Una
encuesta realizada en 2014 como parte del informe del IPMA, la OIM y el
consulado de Colombia señala que el 64% de los consultados que
estudiaban en institutos terciarios o universidades lo hacían en instituciones
públicas (principalmente la UBA y la Universidad Nacional de La Plata),
mientras que un 34% iba a instituciones privadas. Pero la mayoría pagaba
por sus estudios, ya que algunas universidades públicas cobran a estudiantes
latinoamericanos de países no limítrofes y la mayoría de los posgrados –un
nivel muy elegido por los colombianos aquí– son arancelados, tanto para
extranjeros como para argentinos.
Entre los estudios superiores, las
carreras más elegidas son Medicina, distintas Humanidades, Ciencias Económicas,
Arquitectura, Diseño y Urbanismo, carreras artísticas, Gastronomía y Hotelería,
Ciencias Exactas e Ingeniería.
En cuanto al empleo, el 42% de los
encuestados que tenía uno correspondía al sector de profesionales científicos e
intelectuales, mientras que un 33% era personal administrativo, un 14%
correspondía a técnicos y profesionales de nivel medio y un 5% trabajaba en
sectores de servicio y comercio.
¿Cómo lo veían? De todos ellos, más
del 70% consideraba que su trabajo aportaba a su desarrollo profesional.
Más del 70 % de los inmigrantes colombianos consideró que su
trabajo aportaba a su desarrollo profesional, dice una encuesta.
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Otros datos del informe cuestionan el
argumento de los supuestos “costos” que este tipo de migración representa para
el estado nacional y municipal.
De los encuestados, el 69%
usaba alguna obra social, un 30% tenía cobertura médica privada y casi ninguno
recurría habitualmente al sistema público de salud.
Más del 20% de los encuestados
recibía ayuda de su familia (ingresos de afuera para gastar acá).
Además, la mayor parte de los
estudiantes que trabajaban lo hacían en relación de dependencia (74%), aportando
al sistema de seguridad social, y aparte de los gastos corrientes de cualquier
habitante de la Ciudad –vivienda, alimentación, servicios–, la mayoría pagaba
por sus estudios (77%).
Testimonios:
“Vine a estudiar
una especialización hace 23 años, me quedé, me casé y tuve hijos, pero no perdí
el acento”
Mitad porteña. Geraldine pasó la mitad de su vida en Buenos Aires pero
no perdió el acento de su Colombia natal. / Germán García Adrasti
El próximo mes, Geraldine Gómez
Ramírez cumple 23 años en Buenos Aires: casi la mitad de su vida la pasó acá.
Recibida de odontóloga en Cúcuta, cerca de la frontera con Venezuela, llegó
aquí en noviembre de 1993 para estudiar la especialización en Ortodoncia de la
Universidad Católica Argentina (UCA). No estaba en sus planes quedarse, pero a
los cinco meses conoció a quien hoy es su marido, argentino, Daniel. Tuvieron
dos fiestas de casamiento: aquí y en Colombia. Y después llegaron los hijos:
Juan Camilo, de 16 y Juliana, de 14. Su hogar está en Villa Crespo, a pocas
cuadras de su consultorio. Vivir con hijos y marido no le cambió el acento.
“Todavía me subo un taxi y me preguntan hace cuánto llegué”, cuenta, con una
sonrisa.
En la heladera de su casa conviven
las milanesas y las arepas freezadas, listas para cocinar.
Dice que eso de “no ser de aquí ni de
allá” es cierto. Y agrega: “Siempre voy a extrañar a mi familia, los amigos,
algunas costumbres. Pero cuando voy allá de visita, empiezo a extrañar mis
cosas de acá”, asegura. “La verdad es que lo más lindo de mi vida adulta, mi
matrimonio y los chicos, me ocurrió aquí”, concluye .
¿Y el fútbol? Bien, gracias. En casa
son tres contra uno … aunque también se pone, cuenta, contenta con los goles
argentinos.
“Dejé Bogotá para
cursar en la UBA, pionera en mi carrera en la región
Didier Neira salió de Bogotá con un
objetivo: completar su educación en Análisis y Desarrollo de Sistemas de
Información con una carrera universitaria –licenciatura en Ciencias de la
Computación– que existía en tres países de América latina: Argentina, México y
Brasil. “La de la UBA es la más antigua de la región”, dice. Estudia de noche
en Exactas y trabaja como programador. De Buenos Aires le gustan “su cultura,
los teatros, las exposiciones y la vida nocturna”. Habla con pasión de la calle
Corrientes: “De Pueyrredón hasta el Obelisco, hay como cien librerías, mal
contadas”, suelta. También hace skate y juega al fútbol. Siente que acá “se
respira fútbol, en las canchas y los bares”. Piensa alquilar un departamento
pero ahora vive en una casa, con argentinos y gente de otros países. “Mi abuela
tenía miedo de que no comiera bien, pero no tiene de qué preocuparse: tenemos
parrilla”.
“Primero vino mi
mamá: le encantaba la combinación de algo de Europa con la calidez latinoamericana”
Juanita Cañón Quintero llegó en 2009,
con sus dos hermanas, siguiendo los pasos de su madre y su hermano, que habían
viajado un año antes. “Mi mamá había venido muchas veces de vacaciones y le
encantaba Buenos Aires: decía que era como una combinación de Europa con la
calidez de América latina. Cuando se retiró de su trabajo, decidió mudarse”,
cuenta. Ya instalados acá, ella terminó el secundario y empezó a estudiar
Psicología en la UBA. Trabajó en un restaurante y ahora cuida chicos. Vive en
Belgrano con una de sus hermanas, muy cerca de su familia y todos los veranos
viaja a Bogotá a visitar a su abuela, sus tíos y amigos. ¿Qué costumbres guardó
de Colombia? “El desayuno”, dice, sin dudar. “Yo como huevos, pan, leche,
fruta. No un mate con galletitas, como aquí”. De todos modos, a esta altura,
dice no saber qué parte de sus hábitos vienen de su país de origen y cuáles
incorporó viviendo acá. “Me pasa también con mi familia. Como hace tanto que
vinimos todos, ya no sé qué es de mi familia porque vive acá y qué es de
Colombia”.
Le falta un año y medio para
recibirse y su sueño es trabajar con chicos, en promoción de la salud y
prevención. Por ejemplo, en colegios. “Se trata de ayudar a crear ambientes
sanos”, detalla. “Para que los chicos crezcan y aprendan en entornos
saludables”
“Me recibieron muy
bien pero hay momentos en que uno está solo”
Óscar Niño (21), de
Bogotá, pensaba completar su carrera de Economía acá pero se le cruzó otra
vocación: estudiará Gerenciamiento Gastronómico. En tanto, aprende con su
trabajo, ya que es encargado en na cadena de sushi. Su sueño es poner un
restaurante en Colombia. “En la gastronomía se conoce gente de muchos países”,
comenta. Y aunque siempre se sintió muy bien recibido y tiene una gran amiga
argentina, extraña. “Hay momentos en que uno está un poco solo”. Recuerda a sus
“viejos” y a su hermana pequeña, que quedaron allá. Acá viven otra hermana y un
hermano. Fin de año es duro. “Allá hay mesa familiar, baile, se reza una novena
antes de Navidad”. La noche previa al 8 de diciembre, en Colombia se encienden
faroles y velas a la espera del Día de la Inmaculada Concepción. El “día de las
velitas”, que da inicio a los festejos. “Vivimos esa costumbre en familia”,
explica.
Clarin
www.miguelimigrante.blogspot.com
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