En América Latina y el Caribe, la
migración internacional ha tenido una presencia constante en su historia. La
región ha sido escenario de grandes movimientos migratorios que contribuyeron
decisivamente a la configuración de sus sociedades. Los cerca de 30 millones de
emigrantes constituyen poco más de cuatro por ciento de su población total,
pero varios países exceden dicha incidencia relativa.
Este hecho social
ha tenido enorme influencia en la conformación étnica y cultural, la
modernización social y económica, la transición demográfica, los
desplazamientos internos de la población y sus pautas de distribución
territorial, la adopción de principios de ordenamiento jurídico y la
institucionalidad democrática.
La migración
internacional contemporánea concita muchas inquietudes y también trasunta
oportunidades y retos. En el caso latinoamericano y caribeño ha adquirido
dinámicas crecientemente complejas.
Alicia Barcenas
En la comunidad
internacional se ha reconocido la estrecha asociación de la tríada migración,
derechos humanos y desarrollo. A escala global, sobresalen dos diálogos de alto
nivel organizados por las Naciones Unidas (2006 y 2013), la existencia de una
creciente coordinación en todos sus órganos y agencias, y la creación de un
foro especializado de los países.
Recientemente, la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible incorpora
objetivos y metas específicas que incluyen a la migración. Durante septiembre
de este 2016 se tiene prevista la realización de una reunión de alto nivel para
analizar los grandes movimientos de refugiados y migrantes, en ocasión de la
Asamblea General de las Naciones Unidas.
La Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha sido pionera en el
estudio y las propuestas de abordaje de la migración en políticas y acuerdos,
destacando la validez de la tríada mencionada y acompañando el activo papel de
la región en los debates mundiales.
Su propuesta sobre
el desarrollo y la igualdad señala que la migración no es un problema ni
conlleva amenazas, sino que se trata de un bien común, que podría colaborar a
la disminución de la desigualdad y a la reducción de las asimetrías en un mundo
globalizado.
En tal sentido es
que este organismo colabora técnicamente con los países en el
conocimiento de la migración y en la adopción de acuerdos, consensos y
políticas migratorias.
Para la CEPAL la
perspectiva de derechos es fundamental para examinar los procesos sociales y
económicos.
En el caso de la
migración nos preocupan la vulnerabilidad de la niñez y adolescencia (en
especial los menores no acompañados), la situación de muchas mujeres (que
sufren discriminaciones y situaciones de abuso de diversa índole), la de las
quienes se desplazan en situación irregular (a quienes les afecta la ausencia
del debido proceso), la de las víctimas de trata y tráfico (a pesar de las
obligaciones de los protocolos de Palermo), la de las personas repatriadas (con
la alarmante versión forzada del retorno), hasta la situación de las personas
que se desplazan buscando refugio (sometidas a enormes riesgos de menoscabo a
su dignidad e integridad).
Al mismo tiempo,
tenemos la convicción de que los procesos migratorios regionales deben ser
estudiados utilizando fuentes de información confiables y comparables, como es
el caso de los censos.
La migración
internacional latinoamericana y caribeña presenta evidentes necesidades de
protección y oportunidades. Hay que educar en la discusión sobre los derechos
de las personas migrantes instalándola en las perspectivas de desarrollo
sostenible con igualdad
Por Alicia Bárcena
Este artículo fue publicado
originalmente por el Grupo de Diarios América (GDA)
www.miguelimigrante.blogspot.com
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