quinta-feira, 13 de outubro de 2016

2016 será el año más nefasto para la migración en décadas


La previsión es que 2016 supere por mucho la grave mortalidad de migrantes que se veía en años anteriores, aún si el mundo intenta gradualmente responder ante una problemática marcada siempre por la apatía, la indiferencia de la humanidad a la muerte.

En 2015 la cifra oficial quedó en 5.604 muertos, el mismo año en que la comunidad internacional se trazó para 2030 el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de “establecer mecanismos de cooperación mundial para garantizar vías seguras a la migración dentro del respeto a los derechos humanos y el tratamiento humanitario de los migrantes, independientemente de su condición”.

Quedan 14 años, pero ciertamente la meta está muy lejos de ser cumplida, en un escenario actual en el que con un enfoque más centrado en la seguridad fronteriza, las muertes están aumentando.

Mares y fronteras oscuras

En la segunda edición de su informe ‘Fatal Journeys’ (Expediciones Fatales), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), advierte que “el verdadero número de migrantes muertos en el mundo es seguramente mucho mayor” que el anotado en 2014 (4.868) y 2015 (5.604), ya que “muchos viajes trágicos no aparecen en ningún registro”. En este sentido, la alarmante cifra de 40.000 decesos de migrantes en el mundo entre los años 2000 y 2014 sería apenas “un baremo mínimo de muertos respecto al número real, que es desconocido”, calcula el ente.

Con especial atención del Mediterráneo, escenario de más de la mitad de las muertes de los migrantes, Naciones Unidas recalca una diferencia entre 2016 y 2015, que hace más alarmantes las cifras del año actual: al 20 de septiembre de 2016, 300.000 personas cruzaron dicho mar, muchas menos que las 520.000 que llegaron durante los primeros nueve meses de 2015.

Aún así, el vaticinio de este y otros entes multilaterales, así como de expertos en migración, es que este año sea el más mortal desde que se lleva un registro. Esto es, a pesar de que el número de migrantes que han cruzado el Mediterráneo es menor que en 2015, en 2016 se vivirá la mayor mortalidad. También pasará en el mundo. ¿Por qué?

Para Hasan Turk, politólogo turco radicado en Panamá, “lamentablemente, tanto para las naciones europeas como para los ricos califatos de Oriente Medio u otros países, frente a la crisis migratoria ha primado más el criterio político que el humanitario, aún si año tras año se están dando miles de muertes que incluyen mujeres y niños”.

“Por un lado la guerra y las hambrunas siguen matando en los lugares de origen, y del otro, las condiciones no mejoran mientras que los migrantes transitan por otras regiones. En Europa, por ejemplo, el enfoque de seguridad fronteriza que se ha seguido —incluyendo negocios nefastos como el de devolución de migrantes a Turquía a cambio de ayuda monetaria—, no impide que los refugiados sigan arriesgándose en el mar y no hace su tránsito más seguro. Por el contrario, lo que hace este enfoque es lucrar más a las mafias mientras que las condiciones de viaje de estas personas se hacen cada vez más precarias y peligrosas”, agregó.

“De esta forma, nada garantiza que las cientos de miles de familias que salen de sus países, huyendo a la hambruna, al riesgo de morir, entre otros asuntos, empiecen a tener una mejor vida tanto al iniciar como al finalizar su viaje”, concluyó.

Académicos y activistas vienen advirtiendo esta situación desde años incluso anteriores al 2013, cuando la atención mediática se empezó a centrar en muertes que hasta entonces parecían cubiertas de bruma y oscuridad.
Por entonces, el sacerdote Antonio Díaz de Freijo, director de la Asociación Karibu, enfocada en ayudar a subsaharianos que llegan a España, era tajante al respecto en diálogo con EL COLOMBIANO:

“Basta de solucionar este fenómeno aumentando la represión. La gente va a arriesgar más sus vidas porque aumentan los peligros. Y van a ser ahora más explotados por las mafias de la inmigración, lo que nos va a llevar a mayores desgracias. Espero que esto no ocurra. ¿Por qué? Porque si le cierran por un sitio, la gente intentará entrar por otro. Si sólo se tienen medidas en cerrar la zona, poner unos barcos y controlarla para que no pasen, no habrá posibilidad de llegar a una solución. Seguiremos teniendo desgracias”.

Un mundo excluyente

Esta forma de responder ante los asuntos migratorios se ha expandido por el mundo. Europa solo es el caso más preocupante, mientras que así operan zonas como la frontera entre México y EE. UU., el Sudeste Asiático, Somalia y Nigeria.

En todos los casos las cifras son desalentadoras y la comunidad internacional se queda corta para solventar el sufrimiento de cientos de miles de refugiados.
“Un total de 2,6 millones de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares en el noreste de Nigeria debido a los ataques violentos perpetrados por Boko Haram y las fuerzas militares que lo combaten. La población civil paga el precio de la violencia extrema y se queda con escasos medios y pocas esperanzas para reconstruir sus vidas”, afirma la organización Médicos Sin Fronteras en un comunicado.
“El enorme campo de Dadaab en Kenia es el hogar de 350.000 refugiados somalíes, lo que lo convierte en el campo de refugiados más grande del mundo”, advierte sobre este otro caso, en el que impera “un déficit de financiación, la inseguridad y la violencia”.

Estos pocos casos, pertenecientes a un panorama nefasto sobre la migración en el mundo, cuentan cómo quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones y medidas para frenar estas problemáticas, siguen dejándolas para después, pensando más en cuestiones políticas que en el sufrimiento de millones de personas.

Para expertos como Mauricio Jaramillo Jassir, docente de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, tal vez el principal inconveniente para dar respuesta a la crisis es que “el tema migratorio está politizado en naciones desarrolladas. Mientras que a Europa le cabe una responsabilidad proporcional a su población y desarrollo —las incumplidas cuotas de migrantes—, muchas de sus naciones utilizan la excusa del terrorismo para rechazarla. Entretanto, militarizar y reducir este problema a la agenda de seguridad seguirá siendo un suicidio en vez de solución”.

“Por tanto, la crisis aumenta porque si bien las cifras de migrantes que logran llegar y permanecer en países desarrollados están mermando, esto no implica que viajan en menor cantidad. Y más aún, dado el enfoque de seguridad que impera hoy, las condiciones de migración son cada vez más riesgosas, lo que aumenta la cifra de muertes”, explicó.

El Colombiano

www.miguelimigrante.blogspot.com


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