segunda-feira, 18 de abril de 2016

La difícil expansión haitiana

En un año el ingreso  de haitianos a Chile se ha triplicado. De 3.848 en 2014  pasaron a 12.019 en 2015. En Quilicura, la comuna en donde se concentra el mayor número de migrantes  de ese país, ya se habla de la “pequeña Haití”. Por sus calles se les ve llevando a sus hijos a colegio, atendiendo negocios de los que son dueños. Sin embargo, la barrera del idioma y la falta de documentación para entrar al país condiciona lo que más valoran: el reencuentro con sus familias. 
Celenise Laine (33) lleva siete años viviendo en Chile. Trabaja como vendedora en un negocio de abarrotes de propiedad de otro haitiano, que a diferencia de ella, prefiere no contar su historia.
“Viví un par de meses en Independencia, pero después me tuve que venir por dinero a Quilicura, donde los arriendos son más baratos”, cuenta Celenise tras el mostrador. 
Max se suma a la escena. Es haitiano y cliente frecuente del pequeño local. Tiene 26 años  y no domina el idioma. Por eso, dice, le ha costado encontrar un trabajo. “Llevo seis meses en Quilicura. No tengo mucho dinero por el momento. Estoy buscando una oportunidad en alguna empresa de construcción”.
Miguel Yaksic, director del  Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), dice que según diversos estudios, hay tres categorías de migrantes haitianos: los con mayor nivel de educación, que migran a Canadá o Estados Unidos.  Otros con educación de nivel medio buscan oportunidades laborales  en Chile o Brasil. Por último, los de menos recursos que se trasladan a República Dominicana. 
Yaksic agrega que en los últimos meses las comunidades haitianas han diversificado sus lugares de residencia, siendo Peñalolén, Cerrillos, los nuevos destinos para quienes llevan más tiempo en el país. 
Problemas al ingreso
Desde la medianoche llegan a Santiago todos los vuelos procedentes de Panamá, con origen en Puerto Príncipe. En la terminal aérea, es común ver por los pasillos a haitianos esperando a sus familiares en lo que ellos mismos definen como una “incertidumbre”. Esto porque no todos los viajeros que intentan pasar el control migratorio tienen un destino feliz. 
Un problema común, según las estadísticas que maneja la Policía de Investigaciones (PDI). Sólo en 2015, 1.933 haitianos fueron reembarcados por no cumplir con los requisitos dispuestos en el artículo 10 de la Ley de Extranjería: no tener propósito de inmigración, residencia o desarrollo de actividades remuneradas (...) y tener los medios económicos suficientes para subsistir durante su permanencia en Chile”, dicta la Ley de Extranjería.  
En el último año, esta cifra se triplicó (alza de  202%), según la PDI, pasando de 640 a 1.933, cifra que representa el 30% del total de los reembarcos que ordena la policía civil.
Rodrigo Sandoval, jefe nacional del Departamento de Extranjería y Migración, reconoce los esfuerzos que “a veces las personas no se encuentran en condiciones de poder explicar en qué circunstancias vienen y cuánto tiempo se van a quedar”. 
El funcionario explica que la diferencia idiomática se ha convertido en un problema en  este caso, pese al esfuerzo que ha realizado la PDI por incorporar personal que hable francés. “Las características institucionales de los países a veces dificultan el tratamiento documental” requerido por la ley chilena. 
Un trámite que diariamente da lugar a verdaderos tragedias familiares en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez. Cada día, en promedio, cinco haitianos fracasan en su intento de ingresar al país y deben ser devueltos a Puerto Príncipe. 

 La Tercera

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