La desaparición
de personas es un "problema global" marcado en buena parte por la
impunidad y ante el que la comunidad internacional debe impulsar la cooperación
y la justicia.
Esas fueron, a grandes rasgos, las conclusiones de
un encuentro informal celebrado el viernes por el Consejo de Seguridad de la
ONU, en el que se abordó por primera vez esta cuestión y en el que participaron
tanto Gobiernos como expertos nacionales e internacionales.
Según datos de Naciones Unidas, en el
mundo hay por lo menos unas 40.000 personas desaparecidas a causa de
conflictos, desastres, crimen organizado o migraciones, entre
otros motivos.
El problema va desde quienes desaparecen en México
por la actividad de los cárteles del narcotráfico a las mujeres secuestradas
por el Estado Islámico en Irak, pasando por personas desaparecidas en guerras
como la de Siria o cuando trataban de emigrar a otro país.
"El fenómeno es claramente
internacional", señaló el alto comisionado de Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, Zeid Ra'ad al Hussein, quien defendió la importancia de tomar
medidas de forma inmediata.
Alrededor del mundo hay millones de familias que desconocen el destino
de un ser querido desaparecido y esto supone millones de razones para el miedo,
la ira y la alienación.
"Se necesitan legislaciones apropiadas y
marcos adecuados en los procesos de desaparición. Los mecanismos para aclarar
el destino de los desaparecidos deben ser transparentes y no politizados y las
necesidades de los desaparecidos y sus familias deben estar en el centro de
cualquier acción", resumió.
Zeid consideró "vital" garantizar
investigaciones y terminar con la impunidad. "Las víctimas tienen derecho
a la justicia. No podemos ser complacientes en nuestra determinación de
determinar qué ha ocurrido. Ninguna circunstancia (...) puede justificar las
desapariciones forzosas", insistió.
"Alrededor del mundo hay
millones de familias que desconocen el destino de un ser querido desaparecido y
esto supone millones de razones para el miedo, la ira y la alienación",
dijo el presidente de la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas,
Thomas Miller.
La organización, creada originalmente para abordar
las desapariciones en la guerra en la antigua Yugoslavia, ha trabajado en los
últimos años en lugares como Chile, Colombia, Libia, los países asiáticos
afectados por el tsunami de 2004 y EE.UU. tras el huracán Katrina.
"De Sri Lanka a México, de Burundi a Irak o
Pakistán, resolver números significativos de desapariciones es un requisito
para el progreso social y político", defendió Miller, quien subrayó la
cooperación internacional como un elemento clave.
La utilidad de esas colaboraciones la confirmó la
activista mexicana Consuelo Morales, presidenta de Ciudadanos en Apoyo a los
Derechos Humanos (CADHAC), y que lleva años trabajando para responder a las
miles de desapariciones que se registran en el país.
Morales explicó ante el Consejo de Seguridad los
progresos logrados en el estado de Nuevo León gracias a la ayuda internacional
y a la cooperación de organizaciones civiles, familias y autoridades.
Pese a su mensaje optimista, recordó que las
desapariciones continúan golpeando a México y que en la mayoría de los casos
tienen lugar en medio de una total impunidad.
Mientras, el comisario nombrado por el Gobierno
italiano para las personas desaparecidas, Vittorio Piscitelli, puso sobre la
mesa el drama cada vez mayor de las desapariciones vinculadas a la migración y
los problemas que su país tiene, por ejemplo, para identificar a los
inmigrantes que fallecen en el Mediterráneo.
"Debemos asumir la responsabilidad como
Gobiernos y hacer la migración más segura", admitió Piscitelli.
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